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Reloj detén tu camino
Nadie lo hubiera imaginado. Ni su autor. En 2009, cuando se publicó «Vidas de hojalata», Paul Harding no pensó que al año siguiente su novela, después de circular entre los lectores gracias al boca–oreja, se alzaría con el premio Pulitzer. Ocurrió, sin embargo, y en seguida se supo: «Vidas de hojalata», que acababa de ser reconocida con un premio que años antes habían recibido William Faulkner y Philip Roth, había sido rechazada por varios editores. Uno, finalmente, decidió apostar por una historia sobre el paso del tiempo, escrita por un autor del que poco se sabía, salvo que era un músico que llevaba diez años escribiendo, que había ido a los talleres literarios impartidos por Marilynne Robinson, que tenía hijos y estaba casado.
Los lectores no tardaron en identificarse con un personaje como George Washington Crosby, un viejo relojero que espera en su casa la llegada de la muerte y, mientras aguarda, se cuenta la historia que todo ser humano tiene para contarse: el relato de su vida. Primero fueron algunos, después fueron quinientos y ahora son miles los lectores a los que les gusta una novela cuya atracción es el uso de una metáfora colectiva del tiempo: un reloj que marca el pulso de lo que transcurre y , al hacerlo, se va haciendo memoria: de objetos, de sensaciones, de lugares. Una novela hermosa, hecha de vida, demora y tiempo.
«VIDAS DE HOJALATA»
Paul Harding
RBA
192 páginas, 18 euros.
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