España

Libertad vigilada

La Razón
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Se recrudece la guerra siempre declarada contra los periodistas, sólo que de forma más sutil. Centenares de profesionales asesinados en represalia por contar lo que es como es. Amenazas, cárcel, censura. El exilio para muchos de ellos. Cierre de periódicos, de emisoras de radio, de cadenas de televisión. Una sospechosísima concentración comercial, en beneficio siempre del más fuerte. Los periodistas molestamos, somos incómodos. Quienes tienen algo que ocultar recurren a todo tipo de argucias para frenar el derecho a una información libre y veraz. Pero aquí, entre nosotros –en las sociedades democráticas–, como muy bien señala Marta Molina, son la precariedad y la destrucción de empleo los principales enemigos a los que nos enfrentamos. ¿Sabían ustedes que España ocupa el puesto 44 de 175 en la clasificación mundial de la libertad de prensa? Lo dice el último barómetro de Reporteros Sin Fronteras. Por algo será. Para empezar, están las amenazas de la banda terrorista ETA, que obligan a 43 periodistas a trabajar con escolta. También suma esa moda inaceptable de convocar ruedas de prensa sin preguntas y otros tipos de presión de sobras conocidos cuya relación ocuparía íntegra esta gacetilla. Me refiero a la presiones políticas, comerciales y sociales. A las restriciones desproporcionadas en nombre de la seguridad nacional. Al chantaje económico que cercena nuestra libertad de expresión.