España
El Mundial 2018
España entera continúa sumida en la resaca del Mundial. Nos miramos al espejo, nos vemos campeones, observamos la estrella, recordamos los partidos, la Copa en las manos de una sonrisa llamada Iker. Mientras disfrutamos, pensamos en la candidatura para el Mundial 2018. Hemos unido a toda la nación en torno a una pelota, a una camiseta, a unos colores. La Selección es una seña de identidad de la que todos presumimos y nos sentimos orgullosos. Todos somos, al fin, campeones del mundo. Para que eso sucediera, varias generaciones de entrenadores, desde Pepe Santamaría, han trabajado el fútbol base en la discreción de los campos fríos y húmedos. Miles de educadores, monitores e instructores han dedicado sus vidas a los chicos de quince años. En silencio. España atraviesa una seria crisis económica. La concesión del Mundial 2018 traería la construcción de nuevos estadios, autopistas, líneas de alta velocidad, centros comerciales, turismo… El fútbol genera trabajo, consumo y riqueza. Cada partido agita las ciudades y los pueblos de España. Hace mucho tiempo que se trabaja en la Candidatura Ibérica. Hay quien lo censura porque, desde la ignorancia y la perversión, se sufre con las alegrías de otros. El Mundial 2018 sería maravilloso para todos, excepto para aquel que odia tanto el éxito ajeno que prefiere el mal general para su beneficio. Villar tiene a todos sus enemigos en la misma bolsa de la basura. Y cada vez son menos. En eso, también tiene suerte.
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