Crítica de cine
Desde «Marshall» hasta Franco
Manuel Alexandre fue de ese género de actores que dejan un rastro imborrable en la historia del cine español. Desde sus inicios, en los años 50, en un pequeño papel en «Bienvenido, Mr. Marshall» (1953), hasta la única y más seria interpretación que se ha hecho de Franco en el cine sin que pareciera una caricatura, papel que interpretó sin imitar su voz atiplada, para no caer en el ridículo, sino con esa fragilidad que lo había hecho famoso y reconocible en el cine español.
Decir que era un gran secundario sería minusvalorar la labor del actor teatral, de este actor con un inigualable andamiaje dramático. Entraba en cuadro y sus ojos iluminaban la pantalla. Como los grandes actores, cuya mirada es el eje a partir del cual se construye el personaje, y con una voz tan característica como la suya, suave y quebradiza. Estas dos características fueron esenciales para la configuración del actor y la creación de sus personajes. Porque Alexandre fue un actor dramático de una gran sobriedad, que interpretaba personajes populares en clave de comedia sin necesidad de descomponer el gesto.
- «Muerte de un ciclista» (1955)
Apenas tiene una breve pero intensa participación al final de esta película de Juan Antonio Bardem. Es el ciclista causante del accidente de Lucía Bosé. Con una cazadora de cuero, típica del proletario de posguerra, su rostro expresa a la persona responsable, con conciencia moral, sin pronunciar una palabra. Repetiría con Bardem en «Cómicos» (1954) y en «Calle Mayor» (1956).
- «Calabuch» (1956)
En esta cinta de Luis García Berlanga, su personaje es un pintor que rotula con esmero el nombre de la novia del Faustino en la proa de su barca. Éste es uno de los personajes tiernos y entrañables que lo hicieron popular y lo convirtieron en uno de los actores fijos del cine de berlanguiano. Desde «Los jueves, milagro» (1957) y «Plácido» (1961), Premio Nacional de interpretación en 1962, hasta «París-Tombuctú» (1999).
- «Atraco a las tres» (1962)
En esta genial adaptación de «Rufufú» de José María Forqué, Alexandre interpreta a un chupatintas del banco que, junto a López Vázquez, Alfredo Landa, Gracita Morales y Cassen, se disponen a atracar. Como el fantástico actor de reparto que siempre fue, da las réplicas a una docena de actores, componiendo al pícaro ligón del grupo. Un tanto vanidoso y engreído, trata de seducir a Gracita Morales con el resultado de un bofetón mayúsculo y un ojo a la funerala.
- «Los ladrones van a la oficina» (1993-1996)
En esta popular serie de Antena 3 de Miguel Ángel Díaz, interpreta a Arsenio, «El Anticuario». Un hombre pusilánime y sin muchas luces, pero adecuado para secundar los timos que organiza Fernando Fernán-Gómez. Aquí, Alexandre ya había redondeado su personaje cómico, forzando los quiebros de voz y acentuando su cara de pícaro simplón.
- «Amanece que no es poco» (1988)
En esta comedia rural de José Luis Cuerda, de corte surrealista, interpreta al pregonero del pueblo. Un personaje socarrón al que dota de su característica voz temblorosa y mirada tímida. Es, además, el padre del señor cura y mantiene relaciones ilícitas con su sobrina. La escena culminante es cuando pregona que «Dios es uno y trino», sin descomponer el gesto. Indudablemente está sembrado como actor, en una comedia coral con interpretaciones antológicas.
- «20-N. Los últimos días de Franco» (2008)
Quizá sea esta interpretación la más sobria de Alexandre, compendio de sus cualidades dramáticas en el teatro. La única vez que Franco, en los umbrales de la muerte, ha parecido un ser humano. Dignísimo colofón de una carrera que mereció más papeles principales a la altura de su categoría.
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