Zaragoza

«Espantá» adolescente

Seis menores han abandonado sus casas en sólo dos semanas

Celia, la joven de Getafe que se fugó de su casa, acompañada por su madre
Celia, la joven de Getafe que se fugó de su casa, acompañada por su madrelarazon

MADRID- Celia vive aterrorizada; ha puesto kilómetros de por medio porque no se atreve a salir a la calle. Esta joven madrileña de 16 años se fugó del domicilio familiar en Getafe (Madrid) el 27 de julio con un joven marroquí de 19 y está pagando las consecuencias.
El chico, con el que había mantenido una relación sentimental, convenció a la niña para que se marchara con él a Málaga. Cuando los padres pusieron la denuncia, el joven no quiso saber nada de ella, que regesó como pudo a Madrid, donde estuvo vagando por las calles durante dos días por el miedo a la reacción de sus padres. Cinco días después fue identificada por la Policía y entregada a sus padres.
Lo que iba a ser un futuro idílico junto al hombre de su vida ha pasado a ser un infierno. Ha denunciado a su ex pareja por coacciones y amenazas. Le tiene miedo. Él tiene pendientes dos órdenes de busca y captura y sigue vagando por la localidad madrileña con total impunidad.
Ahora está en el pueblo paterno, en Burgos, pero se acerca la hora de regresar a casa y no quiere que llegue ese día. Está muy arrependida de la decisión que tomó, ha derramado muchas lágrimas, estará eternamente agradecida a la policía local de Málaga, la de Getafe, al ayuntamiento...Pero el peligro no ha cesado, y no hay marcha atrás.
El de Celia es un aviso para los cientos de adolescentes que un día deciden abandonarlo todo por desavenencias con sus padres, por un novio o alguno de sus ciberamigos. Las consecuencias son imprevisibles, aunque en la mayoría de los casos suele quedarse en una chiquillada que mantiene en vilo a las familias durante unos días. Pero, en otros casos, no. Los peligros de este tipo de actitudes son muchos y tragicas las consecuencias.
En las últimas dos semanas han saltado a las páginas de los medios de comunicación al menos cinco casos más. En El Puerto de Santamaría, una chica de 13 años salió de su domicilio con ropa y útiles de aseo el 30 de julio y no ha regresado. Dos días después, en Jaén, otra adolescente no regresó a casa. Un testigo la vio por última vez en un coche, acompañada por el que podría ser un ex novio. En Épila (Zaragoza) y Vigo, la angustia de la padres sólo se prolongó 24 horas, el tiempo que tardó la Policía en localizar a sus hijas
La menor de Épila, de 16 años, quedó el 4 de agosto con un chico al que conoció en la red social Tuenti y se trasladó a la estación de Zaragoza, donde fue identificada por un agente. También el 4 de agosto se resolvieron los casos de dos menores en Vigo, que no tenían relación entre ellos. La primera, de 13 años, estaba escondida en un cobertizo casa de su novio, que fue registrada por la policía tras el interrogatorio del chico. La segunda, de 16, salió con su novio de 21 y no regresó. También fue localizada.
Por ello, la Policía ha establecido un protocolo de búsqueda inmediato, antes esperaban 24 horas. Según explicó un portavoz de la Policía, estas «desapariciones inquietantes» suelen estar provocadas por problemas familiares. «En la mayoría de casos, se escapan con sus novios o con personas que conocen por internet», indicó.
«Al ser menores, se pone en marcha un protocolo con comunicaciones a todas las dependencias policiales y, principalmente, en las zonas de influencia». Estas conductas son muy habituales entre las y los adolescentes que representan una gran parte de las 18.000 desapariciones que se producen cada año en nuestro país.El origen de estas conductas hay que buscarlo en la etapa de la vida de la personas fugada. La adolescencia es un periodo de efervescencia, en el que uno no tiene miedo a nada y se cree capaz de todo. Nada más lejos de la realidad. Para José Luis Gómez de Rivera, director del Instituto de Psicoterapia e Investigación psicosomática de Madrid, en esta edad se vive una de las crisis que se producen a lo largo de la vida. «El niño no se siente agusto con su familia y busca su propia identidad, pero los padres siguen pensando que es un niño».