Primera División

Estocolmo

Caza de brujas

La Razón
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La alineación que disparó Mourinho para frenar la hegemonía azulgrana le salió por la culata, en todos los sentidos. Guardiola le ganó y el vestuario saltó por los aires. Un monstruo, «Mou», que, además de sufrir un extraño síndrome de Estocolmo con el Barça –porque cualquier iniciativa que emprende para destruirle lo potencia– tiene la sospechosa habilidad de salvarse siempre de los desastres que provoca, como el capitán Francesco Schettino. Recuerda al Cruyff entrenador: nunca es culpable. Está tan convencido de ello que, cuando dice que el padre de las derrotas es él, de inmediato apunta los errores a los jugadores, sus reos. Y los hace públicos; dedenuncia a quienes se parten la cara en el campo para que él viva feliz el jueves. No deja de ser curioso que en el capítulo de las acusaciones nunca aparecen los portugueses. Son sus paisanos, como si fueran familiares. Nepotismo puro. Destaca a Carvalho, ensalza a Cristiano, muere por Coentrao y miente por Pepe. En las derrotas ha señalado a Khedira, a Marcelo, a Benzema, a Özil, a Casillas, a Ramos... A Raúl Albiol le ignora del todo. A Xabi Alonso le saca de quicio cuando enfrente juega el Barça. A Granero le utiliza de botones, ni habla ni pasma, cobra; y a Callejón, de montura. Pero Iker y Sergio le han contestado y no es la primera vez. No entienden el pánico de su entrenador al Barcelona, aunque sea el mejor equipo del mundo. No entienden alineaciones como la del miércoles, por eso uno de ellos le rogó a un amigo, por sms, antes del partido: «Reza». Tampoco es un lince en la caza de brujas.