Estados Unidos
Primer mandamiento de internet: no criticarás a nadie en tu Facebook
Dejar mensajes en Facebook o en Twitter a veces puede traer consecuencias insospechadas. Las críticas al jefe, mejor hacerlas en privado ya que, como advierte siempre la Policía de Estados Unidos: «Cualquier cosa que diga puede y será usada en su contra».
Facebook o Twitter se han convertido en la nueva conciencia social de los internautas, que no sólo comparten información, fotos, actividades…, sino sus propios estados de ánimo, su felicidad o sus lamentos. Nadie se llevará las manos a la cabeza si después de una dura jornada laboral una empleada le dice a su grupo de amigos que «mi jefe es un pervertido». Un comentario que en la Red queda registrado, sobre todo en la memoria del susodicho, que hacía tiempo que estaba agregado a su lista de «amigos». «Puedes venir cuando quieras a recoger tus cosas de la oficina», fue la respuesta.La trágica muerte de una joven en Aurora (Colorado), no se salvó de la intromisión de Twitter, por lúgubre que fuera el acontecimiento. El periodista Berny Morson cubrió en directo el funeral en la red social, describiendo todos los momentos del duelo con la frialdad que permiten los 140 caracteres de cada mensaje. Pero las opiniones de los internautas no son las únicas que quedan en evidencia en las redes sociales. Las empresas, que han visto el filón de fidelizar a sus clientes a través de este nuevo canal de comunicación, a veces se ven superadas por el desconocimiento o la ambición. El grupo de decoración «Hábitat» tuvo que pedir disculpas públicamente por el «incidente» de su página en Twitter, en la que etiquetaba algunos de sus «tweets» con palabras clave («hashtags») relacionadas con Irán, por entonces en plena revolución interna tras las elecciones. Especialistas al rescateUn modelo de lo que no se debe hacer, y que ha provocado la aparición de especialistas en la materia, denominados «community manager», encargados de desarrollar las estrategias de las empresas en estos canales.Pero parece claro que Twitter tampoco es el lugar ideal para las críticas. Cuando Amanda Bonnen describió su apartamento de Chicago como «mohoso», seguramente no tenía ni idea de los problemas legales que le generarían sus propietarios. Molestos por el mensaje, denunciaron la actitud «maliciosa del "tweet"con falsedades y difamaciones que se extendieron por todo el mundo».La queja se acompañó de una demanda de 37.000 euros por daños y perjuicios. El juez desechó la denuncia, aunque quedó constancia de que los pensamientos y las opiniones que vertimos en Internet no caen en saco roto.Pero, además de los imprevistos de un mal uso de Internet, no parece recomendable pedirle sinceridad a los amigos, o puede haber más de una sorpresa. Si no que se lo pregunten a Leroy, que pidió a sus supuestos amigos que le definieran en Facebook con una sola palabra. Leroy se convirtió inmediatamente en el blanco de todos ellos, que no desaprovecharon la oportunidad de dejar un original catálogo de insultos en su «muro».
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