España

Los riesgos de la felicidad por Paco Reyero

Los riesgos de la felicidad por Paco Reyero
Los riesgos de la felicidad por Paco Reyerolarazon

De qué escribir cuando en el Congreso de un partido político se ha decretado la felicidad? El pensamiento, muy manoseado, nos lleva desde Vargas Llosa («la felicidad no suele producir buena literatura») a Gide («los buenos sentimientos no dan para buenas novelas») y así hasta llegar a los periodistas que ayer esperaban en el Palacio de Exposiciones y Congresos de Sevilla alguna pequeña intriga o una monodosis de veneno con el que achispar la crónica. Es verdad que no se esperaba que el fastuoso plenario, en el que iban cayendo las palabras de Cospedal como mármol de Macael, fuera un senado romano de rumores. La dimensión del escenario hubiera puesto en aprietos a Mick Jagger y sus carreras: de lado a lado habrían sido oportunas varias paradas de autobús. Allá, a lo lejos se observaba a la número dos del PP, agarrada al guión y a sus ojos claros, hablando monocorde a las delegaciones populares de toda España. Y éstas dispuestas a aprobar casi por palmas su informe de gestión. Incluso hubo cierta desidia al levantar masivamente la papeleta amarilla del «sí», ¿alguien habría sido capaz en ese ambiente de levantar una del «no»?

Ni la intención de algunos de prodigarse en «off de récords» pudo avivar el ambiente y al traspasar los controles de seguridad, uno veía cómo las quejas del taxista, el ruido encrespado de la calle, los aparcacoches del barrio de Sevilla-Este, quedaban atrás al entrar en un microclima de plasma. La capital andaluza ha acogido en un año tres congresos de grandes partidos y algunos hoteleros claman porque «vengan todos los fines de semana a celebrar aquí sus historias. Son los únicos que mueven el cotarro. Por mí como si vienen partidos de Polonia», decían.

Altos dirigentes quisieron sacudirse estaba bajada de tensión sabiendo que todavía queda una última asignatura en las elecciones andaluzas. Arenas mantuvo la tensión de los suyos e hizo ver que, pese a llegar en el último codo del calendario electoral, Andalucía será determinante para el futuro (del PSOE o del PP) en los próximos años. Con casi todo el Partido Popular en ámbitos de poder, Génova busca reforzarse y hubo alertas sensatas sobre la necesidad de encargar una conexión directa entre el partido y la calle que lo suelde a la gente, condenada, al menos por ahora, «a una paciencia obstinada, a una esperanza sin porvenir»(Camus). «Este año no habrá sequía, porque los que estamos gobernando no paramos de llorar», decía un alcalde granadino cuyo problema no es llegar a fin de mes, sino saber cómo lo puede empezar. Acabada la primera sesión del congreso, hubo una invasión de cenas y cócteles. Los últimos reservados para sugerir a Rajoy alguna pieza a colocar en la nueva dirección que deberá sentir cómo, cada semana, la fuerza de la gravedad les pega los pies en el suelo.