Macroeconomía
QE a la europea
Mientras los gobiernos europeos siguen discutiendo sobre mecanismos de rescate, el Banco Central Europeo está ejecutando el de toda la vida, el de imprimir dinero para comprar deuda pública. El jueves la rentabilidad del bono portugués a 10 años llegaba al 7,6%, momento en el que el BCE tuvo que efectuar masivas compras de deuda portuguesa para contener su caída. El BCE mantiene un discurso de política monetaria relativamente restrictiva y hay quien especula que pueden incluso subir las tasas de interés próximamente, aunque la realidad sin embargo es diametralmente opuesta. El BCE no se puede permitir subir los tipos, no se lo permite la realidad económica de la zona euro, donde el crédito es todavía escaso, con una gran contracción fiscal en marcha y donde la inflación, si bien existe, es importada. Y mucho menos se lo permiten los carísimos costes de financiación que siguen pagando los países de la periferia europea.
Nos encontramos en el comienzo del «quantitative easing» (QE) europeo, y éste va para largo.
Europa se ha quedado sin opciones, o imprime y devalúa su moneda, o se enfrenta a la alternativa de bancarrotas públicas y privadas en cadena. La salida por la que se va a optar, la misma que la americana, es seguramente la más fácil, por la que se pagará un precio, pero que a estas alturas es ya la única posible para sanear los balances de las economías europeas.
A España esto le viene francamente bien, la inflación no es una alternativa realista en una economía en la que disminuye el crédito, y se necesita dinero barato para afrontar la oleada de refinanciaciones que se nos avecina. El precio es el empobrecimiento general respecto al resto del mundo, el euro va a estar muy débil por mucho tiempo.
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