Historia

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Huelgas (rehogadas) por María José Navarro

La Razón
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Hace dos días hubo una huelga general y ya estamos como si nada. Nos hemos acostumbrado a huelgas generales, ya casi tan frecuentes como el partido del siglo ese que se juega cinco veces por temporada. A este paso la huelga general será como la temporada de setas o la Feria de Albacete. ¿Cuánto queda para la Huelga General, oiga? Mes y medio, este año cae en jueves y anuncian sol, dirá la gente. Durante la mañana del miércoles en los barrios de Madrid no hubo sensación de huelga general, pero la tarde fue otra cosa. La manifestación, con su tradicional tomatina de cifras, debería dar que pensar. Por ejemplo, que la gente no está para huelgas generales pero sí está muy preocupada con la situación. La manifestación no tuvo, en lo que vio servidora, el ardor reivindicativo que le hubiera gustado a unos ni, por suerte para todos, ese aire festivalero que imprime ese invento infernal que es la batucada. Sí había un montón de gente normal (ni violentos ni pachangueros) con aire preocupado y serio que no parecía echarse a la calle por orden de los sindicatos y su anticuadísimo discurso, sino porque la situación, propia o general, le agobia. Haríamos todos mal caricaturizando la protesta o mirando para otro lado. Parece tan injusto reducir la jornada a fotos de contenedores ardiendo como pensar que los que no participaron no están preocupados. Sindicatos ancestrales aparte, discursos trasnochados aparte, pulsos aparte y desvergonzados métodos de contabilidad de masas aparte, hubo mucha gente normal en la calle que ni impidió a otros ir a trabajar ni tiró cosas a la Policía. Hay un problema serio, no miremos a otro lado.