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Ricky Rubio: «Aquí no hay amigos de verdad»

El base, después de los dos primeros partidos, detalla su vida en Estados Unidos

«Quizá el año pasado me castigaba mucho por los errores y era un jugador más cohibido»
«Quizá el año pasado me castigaba mucho por los errores y era un jugador más cohibido»larazon

MADRID- «Ya estoy aquí, ya me lo puedo creer, ya soy uno de ellos». Es lo que pensó Ricky Rubio (El Masnou, 21-10-1990) instantes antes de convertirse en el décimo español que debuta en la NBA. Fue el lunes, con los Wolves, ante Oklahoma. En Minnesota –«donde no he pasado frío porque tenía que hacer diez bajo cero y apenas hemos bajado de -1»– vive a cinco minutos del pabellón. Allí acude con un 4x4 de alquiler. Pasó la Navidad y pasará el fin de año con la familia. «El 8 de enero se vuelven todos a España», asegura. Apenas ha tenido tiempo de conocer la ciudad porque «en pretemporada estaba en el pabellón desde las diez de la mañana hasta las seis o las siete de la tarde». Una de sus preocupaciones ahora es «ganar partidos, porque si no mis amigos no se van contentos a dormir». Ricky es feliz.

–Ovaciones, un generoso tweet de LeBron James –su rival esta madrugada–, una asistencia que es la mejor jugada de la jornada... No está mal para empezar.
–Sí, pero el segundo partido que jugamos ante los Bucks, teníamos que haberlo ganado. Con los Thunder se podía perder, pero en Milwaukee teníamos que haber ganado. Debemos aprender a jugar los finales apretados.

–Da la impresión de que le han recibido como el salvador de la franquicia, ¿no cree que hay una expectación excesiva?
–Hay mucha, pero yo tengo claro cuáles son mis objetivos y no hay que mezclarlos con los que puedan tener los demás. Soy consciente de que si voy poco a poco, llegaré donde quiero y seré importante. No sé si lo que la gente piensa es real o no, pero está bien que a uno le tengan en cuenta y que se generen expectativas.

–¿Le tratan como a una estrella o como a un novato más?
–Soy un «rookie» como otro cualquiera. Me hicieron la novatada de declararme a una chica en el centro de la cancha, pero no han pasado de ahí. Los compañeros me tratan con respeto y la franquicia nos da unas facilidades que no existen en Europa. A nivel médico, de entrenamientos, el avión... Hay unas comodidades que no tiene ningún club de Europa.

–El equipo parece que tiene poco que ver con el de la temporada pasada (17 victorias/65 derrotas), pero ¿será suficiente para alcanzar los «play-offs»?
–Será difícil porque en el Oeste el nivel es muy alto. Nos tenemos que preocupar de mejorar día a día y que partidos como el de Milwaukee no se nos escapen. La actitud que hay es buena. Después de perder con los Bucks nos dieron el día libre y casi todo el mundo se pasó por el pabellón. Yo hice tiro; otros compañeros, físico o sesión de vídeo... Fue una prueba de que la actitud es buena.

–Su técnico, Rick Adelman, podría ser perfectamente su abuelo. Con 65 años afronta su 21ª temporada consecutiva como primer entrenador, ¿cómo es la relación con él?
–Me gusta mucho porque da libertad a los jugadores. Siempre es positivo y te ayuda a rectificar, te corrige, pero siempre en positivo. No echa muchas broncas, da mucha libertad y eso es bueno.

–Siente que con el poco tiempo que lleva allí, ¿ya es mejor jugador, que ha progresado?
–Sí, me encuentro más cómodo en algunas acciones como el tiro tras bote. Quizá es que a nivel ofensivo aquí es más fácil jugar, hay más espacios que allí.

–¿Es muy diferente el juego en la NBA al baloncesto FIBA?
–En ataque se pueden hacer más cosas. No está todo tan controlado y hay más espacios. En defensa, los árbitros te dejan usar mucho menos las manos y están más pendientes de los contactos.

–La sensación que transmite tras los tres partidos (un amistoso y dos oficiales) que ha jugado es que se siente más cómodo que el año pasado en el Barcelona.
–Es que fue irregular, no jugué todos los días igual. Hay que tener en cuenta que la evolución de un jugador no va siempre para arriba y lo importante es que los errores me sirvan para mejorar. Quizá el año pasado me castigaba mucho por los errores y era un jugador más cohibido.

–¿Cree que será fácil adaptarse a un número de derrotas al que en absoluto estaba acostumbrado?
–Es difícil adaptarse porque los objetivos no son los que había en el Joventut, el Barça o la Selección. Se trata de no hacer un drama de cada derrota, pero sí de sentirse molesto y mostrar un orgullo que nos ayude a ser mejores.

–¿Es cierta esa leyenda de que en un vestuario de la NBA cada uno va a lo suyo?
–No, es exagerado. Lo que pasa es que en mis anteriores equipos tenía amigos de verdad. Y eso aquí no pasa. Nos llevamos bien, podemos ir a cenar juntos, pero, de momento, no es lo mismo. Hay que pensar que aquí te pueden cambiar mañana por cualquier otro jugador y te mandan a cualquier otro sitio. Por eso se piensa más en uno mismo.


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