Castilla y León

OPINIÓN: Silos escuela de pensamiento

La Razón
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Este fin de semana me he reunido en Silos con un grupo de profesionales, hombres y mujeres de vario linaje, movidos todos por una misma inquietud: la de volver a unir pensamiento y espiritualidad. Queremos que Silos sea no sólo un referente ineludible para la espiritualidad sino también para el humano y humilde pensar.
En estos tiempos de auge para los nuevos movimientos religiosos todo invita a creer que una relación cálida y personal con el Dios revelado en Jesucristo ha vuelto superfluo el largo y humilde rodeo en que el pensar consiste. Si Dios nos ha revelado en su Hijo la plenitud de su amor, ¿a qué esperar para entregarnos a él de una vez?, ¿no ha manifestado Dios sus secretos a los humildes y sencillos y se los ha ocultado a los filósofos y a los intelectuales?
Claro que el cristianismo requirió, desde sus orígenes, el esfuerzo de pensar lo creído. No cedió a la tentación de quienes declinaron dar razones de su fe como si bastara con dar un testimonio de vida a quien quisiera adherirse al nuevo camino. Hoy, sin embargo, vivimos tiempos de crisis para la razón y de exaltación del testimonio. Parece como si la mística hubiera reemplazado a la ascética, o sea, como si el carro se hubiera puesto delante de los bueyes.
Todo suena a novedad, a milagro, a caído del cielo. Una ola de felicidad parece haber inundado el rostro de muchos jóvenes, tocados por una gracia especial. Y, sin embargo, algunos seguimos empeñados en la penosa tarea de buscar razones debajo de las piedras. O preguntas debajo de las aparentes certezas. Y nos hemos encontrado en Silos, donde queremos hablar de ética y de metafísica: ¡qué locura en estos tiempos!. Pero es, créanme, locura de amor.