Huelgas
Órdago en el aire
Los controladores llevaban meses en huelga de celo y eso lo sabía cualquier español que volara habitualmente, porque los pilotos de las distintas compañías no se cortaban a la hora de atribuirles los inexplicables retrasos en las salidas de los aviones. Unas veces variaban la ruta en el último minuto, otras colapsaban los despegues… Así pues, si los ciudadanos conocían el malestar, fundado o infundado, de estos operarios carísimos, el Gobierno con mayor motivo, dado que trataba con ellos temas laborales. Una negociación es algo serio y no basta con una campaña de imagen en contra de la otra parte, que como golpe de efecto puede dar resultado. El ministro de Fomento nos informó de los sueldazos que reciben estos funcionarios y del decreto para que sus ingresos resultaran menos escandalosos, acordes con la penosa situación que atraviesa el país y con la rebaja al resto del funcionariado. ¿Y después qué? Todo buen jugador de mus sabe cuándo puede echar un órdago y cuándo no. Si el Gobierno hubiera preparado de verdad controladores suficientes para sustituir a los actuales, tal y como nos dijo hace meses, hubiera ganado el «tour de force» sin necesidad de llegar al estado de alarma. Pero como no hizo los deberes, el puente de la Inmaculada de 2010 ocupará al menos un párrafo en la Historia de este país. Los controladores son unos salvajes a los que les importa un comino parar la actividad económica del país y agravar, si cabe, la crisis; pero ¿cómo se califica al Gobierno que lanza un órdago sin cartas, sabedor de que esto podía suceder?
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