Londres
Afganistán en la encrucijada
ISLAMABAD- Llenos de reproches mutuos, el presidente afgano, Hamid Karzai, y su homólogo paquistaní, Asif Zardari, se vieron las caras de nuevo ayer en Estambul, desde el asesinato del ex presidente Burhanuddin Rabbani, mediador de la paz en Afganistán. La reunión tripartita entre Karzai, Zardari y su anfitrión turco, Abdula Gul, previa a la conferencia internacional sobre Afganistán que se celebra hoy –a la que asistirán representantes de una veintena de países–, buscaba acercar posturas entre los principales actores en el conflicto de Asia central, que se ha deteriorado por una guerra de intereses particulares.
Afganistán afronta grandes desafíos y el primero de ellos es ser dueño de su propio destino. El tiempo ha demostrado que el Gobierno de Karzai sólo se sustenta con la ayuda de las tropas extranjeras destacadas en el país asiático. Ahora que el proceso de retirada de las fueras de la OTAN ha comenzado, la situación política en Afganistán es más vulnerable.
Estados Unidos es consciente de que sin un acuerdo de paz, sin un pacto de reconciliación nacional, los diez años de intervención internacional habrán sido en vano. La amenaza de un nuevo régimen extremista islámico se hace cada vez más evidente. Por ese motivo, Washington ha hecho la apuesta arriesgada de negociar con los talibanes. La mayoría de los afganos pastunes, que abarcan ambos lados de la frontera, apoyan a los insurgentes, debido a la corruptela en la Administración de Kabul. Karzai no se ha ganado el corazón de su pueblo pastún, y las otras comunidades se sienten marginadas, por lo que en cualquier momento podría volver a prenderse la llama del conflicto interétnico.
Afganistán es el trofeo que todos anhelan tener. El país es una gran cantera de reservas naturales. Además, representa un interés prioritario para que no estalle la bomba de relojería en la que se ha convertido la región. Por un lado, está la rivalidad entre las dos potencias nucleares –India y Pakistán– y, por otro, el peligroso acercamiento de China a Pakistán. El gigante asiático, ávido de recursos energéticos, le ha tendido la mano a su vecino musulmán para acceder a las reservas de gas y petróleo.
Se prevé que hoy el presidente Karzai anuncie las nuevas provincias que pasarán al control de los afganos. Con el traspaso de la seguridad, proceso que comenzó a finales de julio en siete provincias, los talibanes han aprovechado para extender el caos y la violencia por todo el país. Kabul, la blindada capital afgana, ha sido el primer objetivo de los insurgentes en los últimos meses.
La gran ausente será la secretaria de Estado estadounidense, Hillary Clinton –promotora de la iniciativa «Luchar, hablar y construir»–, que ha tenido que cancelar su visita a Londres y Estambul por razones personales.
Todos quieren sus recursos naturales
La conferencia internacional sobre Afganistán explorará las vías para pacificar el país antes de que concluya en 2014 la retirada de las tropas internacionales. Con la estabilidad en este país se abrirán al mercado internacional los codiciados recursos minerales que posee. Para que las empresas extranjeras puedan explotarlos se necesita la seguridad. De ahí el interés por formar al Ejército a tiempo, antes de que finalice la retirada.
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