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Rubalcaba esprínter

La Razón
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Un nuevo movimiento revolucionario nace: el 22-M. No ha acampado en plaza alguna: se abre paso como un reguero de fuego en el PSOE tras el batacazo electoral. Lo capitanea Rubalcaba. Carmen Chacón, inmortalizada en la foto con su paso hacia atrás. Rubalcaba, atento a oír el disparo para darle la primera patada a los tacos de salida y correr los cien metros lisos de la pista electoral (de la que, por cierto, puede decirse cualquier cosa menos que carece de obstáculos). «Cien metros en menos de 11 segundos, ¿eh?», presume Rubalcaba. Mi ídolo, Usain Bolt, hace un tiempo de 9'58, pero es que no es ministro del Interior y tiene más ratos libres para entrenar. Sería preferible que el actual vicepresidente fuese especialista en cien metros vallas, tal y como está el patio. Pero nadie es perfecto. Rubalcaba, el esprínter veterano, el delfín barbado, el único padre capaz de heredar a su hijo… Zapatero dice que conseguirá ganar las elecciones en 10 meses. Aunque a ver quién hace caso ahora a lo que dice Zapatero… Rubalcaba ha logrado el puesto de candidato gracias, según confiesa, a miles de cariñosos dedazos. Son mucho más democráticos miles de dedazos socialistas que uno sólo de Aznar. Tras la derrota del 22-M, Zapatero estuvo escoltado para las fotos por José Blanco y Manuel Chávez, que parecían dos pastorcillos de Garcilaso de la Vega, Salicio y Nemoroso, acompañando con gesto tan angelical como grave al «viejo» jefe ZP que ahora entrega el testigo del poder al lozano deponente principal de la historia del PSOE durante la democracia: don Alfredo quien, al contrario que sus pares, luce sonrisa pícara y optimismo de corredor de atletismo de velocidad experto en carreras cortas y rápidas. Rubalcaba es el «antes» todavía vivo en la sección malograda del «después». Su elección es la «Rendición de Breda» del zapaterismo ante el felipismo. Todo vuelve porque nunca se fue. El PSOE avanza, pero hacia 1996. Dicen que a Rubalcaba los progresistas buenos le quieren a rabiar y los fachas malos le temen como a una vara verde. Eso forma parte de su encanto, es la certificación AENOR de calidad socialista que avala su candidatura. O sea, que en el Gobierno, y en el PSOE, la cosa está que arde. (Y mientras, España quemada viva. Pero eso, como la opinión de Zapatero, ¿a quién le importa ya…?).