Actualidad

«El mejor cargo pa mí sería que me nombraran el Gordo»

En el Palacio de Congresos de Madrid, pocos de los cerca de ochocientos asistentes al sorteo de Navidad se han acordado hoy de que los primeros ministros de Rajoy juraban o prometían sus cargos, y no lo han hecho porque muchos pensaban como Marcelo: "El mejor cargo pa mí sería que me nombraran el Gordo".

"Menudo cargo sería ¿verdad?", se ríe este jubilado que ha venido acompañado por dos amigos de Leganés y Madrid -Fernando y Rufo-, vestidos "como de romanos", con trajes cargados de piezas metálicas, que han ido recopilando durante todo el año para hacer este disfraz y poder vivir "el día más grande del año".

Les gusta asistir al sorteo porque "les tira", piensan ir "muchos años más"y la cabeza de Marcelo está ya en el próximo disfraz, que tendrá que ser original, como el del año pasado. Iba de cenicero, "porque como Zapatero dijo que quitaba de fumar".

"Nosotros ya no esperamos cola porque nos conocen", dicen presumidos estos tres amigos que llevan doce años asistiendo al sorteo.

Por algún año más les gana Enrique Vilches, un jubilado de la localidad de Cebreros, que ya a las ocho de la tarde de ayer estaba en las puertas del Palacio de Congresos para ser el primero en entrar al auditorio.

Disfrazado de duquesa de Alba, con una peluca de rizos blancos y un vestido rosa, Enrique se ha estado paseando por el salón del brazo de su amigo, que hoy hace las veces de don Alfonso Díez, el marido de Doña Cayetana.

"Me gusta mucho el sorteo y como este año he visto a la duquesa mucho en televisión pues me he vestido de ella y además lo mismo me da suerte. El año pasado vine de Belén Esteban", dice Enrique con una sonrisa, a pesar de que este año no juega mucho -cuatro números- porque "la cosa está jodía".

Más complicado aún lo tienen los nueve jóvenes que, a pesar de no tener vivienda, le han echado hoy buen humor y se han plantado en el sorteo disfrazados de la casa que desean en la localidad madrileña de Moraleja de Enmedio.

Casas de goma espuma, con sus ventanitas y puertas, que son las que esperan que se construyan y por las que llevan acampados 450 días en el citado municipio, una fecha que han querido remarcar en el número que juegan, el 11.010, que refleja el día exacto en el que comenzaron su reivindicación.

También sueñan con una vivienda Rocío y Sofía, que aunque son de Cartagena y Torrevieja, siguen estudios relacionados con el arte en Madrid y no se han querido perder "esta experiencia".

Son de las primeras que se han acercado al estrado del auditorio, para comprobar, antes de que comenzaran a cantar los 35 niños y niñas de San Ildefonso, que su número iba a ser introducido dentro del bombo.

"Para nuestro piso, a ver si hay suerte y nos dan la buena noticia", repiten al unísono.
Junto a ellas se encontraba Eva, una mujer a la que le brillaban los ojos al ver su número entrar en el gran bombo dorado: "Es que nos hace mucha falta. Lo lleva toda la empresa".

Eva ha llegado a los accesos del Palacio sobre las siete y media de la mañana, a la misma hora que lo hacían Maite, Candelas, Esther y Angelines, un grupo de amigas de Lerma que este año, por primera vez, se han decidido a venir disfrazadas.

Y han tenido éxito, porque su disfraz de brujas de la suerte, envuelto en billetes de euro, ha sido captado por los muchos medios de comunicación, que hemos querido captar la ilusión de los asistentes al sorteo.

"Ha sido entretenido hacer el traje. Quedábamos todas las tardes durante dos semanas", sonríen las cuatro amigas "de toda la vida", que se han disfrazado al llegar en plena calle: "Muchos seguro que se dirían dónde irán estas, dónde irán", comentaban entre carcajadas.

La alegría se ha palpado un año más en este sorteo y se ha desbordado poco antes de las diez de la mañana, cuando Giselle gritaba emocionada: "Mi enano lo ha cantado, ha cantado el Gordo".

Giselle es una amiga de la familia de Jhoan, el niño de origen boliviano que ha cantado el primer premio junto a María José, de Ecuador.

No es la madre del pequeño, pero se sentía en esos momentos como tal: "ha sido como si el premio nos tocara a nosotros, mi enano, mi enano", repetía esta joven que vive en la misma vivienda que la madre de Jhoan, Marianela, quien mostraba más tranquila la felicidad porque había cumplido su sueño su hijo, pero también su hija.

Camila, que lleva siete años en España como su hermano, también ha cantado otros años en el sorteo aunque no ha tenido la misma suerte que Jhoan de decir el Gordo. No obstante, afirmaba entre lágrimas: "Con lo de hoy, doy mi sueño por cumplido".

El 58.268 y los cuatro millones de euros han resonado durante unos minutos en las voces de Jhoan y María José, una pareja con una diferencia de altura considerable, que ha hecho sacar a más de uno del salón sus décimos para revisarlos por si habían tenido la misma suerte que en Grañen (Huesca).

Jhoan y María José desean que la fortuna les llegue de alguna forma y por si les llega algún dinero de los premiados contestan que lo destinarían a hacer un viaje a sus países natales.

Ella, tímida, ha confesado estar muy emocionada en el momento de cantar, y él, aunque ha sentido en un principio ganas de llorar al ver la bola con los cuatro millones, ha decidido ser "valiente y estar alegre".

La alegría ha desfilado de nuevo por las butacas del sorteo, que ha abandonado, poco antes de que concluyera, Marcelo.

Al parecer, este año se ha quedado sin 'cargo', sin que le nombren el Gordo, pero el próximo estará de nuevo aquí por si le cae.