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En el mundo hay más esclavos que en el África del siglo XIX

Entre 14 y 25 millones de personas trabajan actualmente en régimen de esclavitud, una cifra superior al de los esclavos que fueron raptados el siglo XIX en África para ser trasladados a América, según se ha destacado hoy al presentar el libro "Empleo, trabajo y desigualdades en salud: una visión global".

Esclavos en Kenia en los años 50
Esclavos en Kenia en los años 50larazon

El libro, que parte de un informe realizado en 2007 por la Comisión de Determinantes Sociales de la Salud de la OMS, y del que son autores Joan Benach y Carles Muntaner, muestra cómo las condiciones de empleo afectan a las desigualdades de salud de los trabajadores de todo el mundo.

Benach, profesor de la UPC, ha explicado a Efe que "entre 14 y 25 millones de personas trabajan en régimen de esclavitud, un fenómeno invisible que se da en ámbitos tan dispares como redes de prostitución europeas o empresas de materias primas".

Ha citado como ejemplo de esta situación, que tiene una enorme repercusión en la salud, la recolección del cacao para grandes multinacionales en países como Costa de Marfil, donde trabajan más de 100.000 niños sin ningún derecho, o cosiendo pelotas de fútbol para grandes marcas y acontecimientos deportivos.

Según este expertos, las personas estamos acostumbradas a pensar en la salud en términos biológicos y en función del estilo de vida, pero no hay que olvidar que factores sociales como la calidad de la vivienda, el nivel económico, la globalización y las condiciones de empleo y trabajo inciden directamente en la salud.

En este sentido, ha remarcado que las desigualdades de salud derivadas del empleo están estrechamente vinculadas a otras desigualdades sociales, entre ellas las diferencias de riqueza, de participación política y de educación.

Para Benach, el desempleo, que afecta a unos 212 millones de personas, y la precariedad laboral, que padecen unos 1.400 millones de personas en el mundo, que son los denominados trabajadores pobres, aumentan la posibilidad de padecer enfermedades crónicas como alcoholismo, tabaquismo, depresión, transtornos de ansiedad y de morir prematuramente.

Tras señalar que ya hay muchos estudios que muestran el impacto que la crisis económica está teniendo en la mortalidad por suicidio o abuso del alcohol, ha insistido en que las desigualdades de salud no sólo son uno de los problemas de injusticia social más importante a nivel global, sino también una de las formas más claras para explicar cómo el bienestar se distribuye de forma desigual.

"Cada día mueren unas 5.000 personas por causas laborales", ha recordado Benach.
Ha afirmado que en España un hombre profesional, de clase alta y de 30 años tiene un 20% de posibilidades de tener un situación laboral precaria, mientras que en el caso de una mujer inmigrante y joven el riesgo se eleva al 90%.

Sobre el origen de este situación, tanto Benach como Carles Muntaner, catedrático de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Toronto (Canadá), consideran que está en la falta de políticas sociales y en la forma que tienen los gobiernos de relacionarse con las grandes empresas.

Muntaner ha defendido además que "la precariedad laboral es también el miedo a ejercer los derechos que el trabajador tiene, la falta de autonomía, el tener sueldos bajos y estar excluidos de beneficios sociales como las vacaciones o la asistencia sanitaria".