Esteban Vicente un museo contra las cuerdas

En el despacho de la galerista Elvira González no hay demasiadas fotos. Se pueden contar tres, cuatro, quizá. Una de ellas, la más grande, detrás de su mesa, guarda en un marco muy sencillo la imagen en blanco y negro de Esteban Vicente. Conserva el pintor nacido en Turégano, Segovia, la mirada amable que lució hasta el último día, acuosa, de pupilas transparentes. Muy cerca, otra imagen de su esposa, Harriet, no hace muchos años, poco antes de morir y en una excursión al Anapurna. Así, como suena, octogenaria y deseosa siempre de vivir aventuras. Elvira ha sido y es una de las personas que más ha hecho en España por dar a conocer la labor del artista cuando apenas era conocido en España. ¿Quién fue esteban Vicente? Compañero de Pollock y Rothko, de De Kooning y Franz Kline, su nombre va unido al de los grandes maestros del experionismo abstracto norteamericano. Se marchó un día de España, primero a París, después a Nueva York, pero siempre tuvo alojado a su país en el corazón. Pasado el tiempo decidió volver y saldar una deuda sentimental con su pueblo. Corría el año 1998 cuando se inauguraba el Museo Esteban Vicente, en el rehabilitado y bellísimo Palacio de los Trastámara del siglo XV. El pintor, de quien seimpre se ha destacado su generosidad, donó 153 obras, valoradas hoy en unos seis millones de euros. Sus cenizas y las de su esposa descansan en el jardín del centro de arte.

Enorme incertidumbre
Año 2012. Han pasado catorce y la situación de bonanza ha devenido en panorama oscuro. El museo atraviesa por una dificilísima situación que hace casi inviable que pueda seguir manteniendo abiertas sus puertas: de septiembre a diciembre cerrará temporalmente. Después, ya veremos. Ana Martínez de Aguilar, su directora, no quiere dar la batalla por perdida: «Vivimos con una enorme incertidumbre y vamos a hacer lo que esté en nuestra mano para que sigamos funcionando. La crisis ha afectado a unos centros más que a otros, pero no podemos desaparecer ahora. Nos queda tanta vida por delante...», se lamenta.

Las medidas que han decidido tomar en el último pleno son drásticas: una reducción del 30% del sueldo de la plantilla, que la directora considera «un sacrificio ejemplar porque cada uno tenemos nuestras necesidades y sé que hay familias a las que les afecta bastante, pero lo que queremos evitar es que los empleados se vayan a la calle», asegura, al tiempo que explica que el Expediente de Regulación de Empleo era inviable «porque somos una empresa pública». El centro está integrado por un consorcio de derecho público del que forman parte cuatro instituciones: Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, Diputación Provincial de Segovia, Junta de Castilla y León y el Ayuntamiento de Segovia, a la que se suman la Fundación Harriet y Esteban Vicente, de origen americano, Abertis y el Ayuntamiento de Segovia.

El presidente de la Diputación de Segovia (que es la institución que cede el uso del edificio, pero que no ostenta su titularidad) y del consorcio que rige el museo, Francisco Vázquez, explica que, de un presupuesto de más de 1,6 millones de euros en 2008, se ha pasado a 770.000 en 2012, lo que supone una rebaja de más del 50% e implica una reducción de gastos, centrados en personal, funcionamiento y actividades, a lo que hay que sumar la casi desaparición de las aportaciones de empresas privadas.

Cuenta Martínez de Aguilar que «desde 2008 ya se habían reducido las aportaciones». La que reciben de la Fundación americana (más de 300.000 euros) les ha servido como balón de oxígeno, ya que se traduce en un 33% del total. La aportación de la Diputación es de 228.000. «Con estos recortes nos hemos encontrado con una deuda de 118.000 euros y aunque ahorramos en funcionamiento ya no tenemos de dónde sacar. La situación es grave, de ahí que hayamos optado por un cierre temporal que no sé en qué se puede traducir en el futuro. Vamos a estudiar los patrocinios, los proyectos que tenemos entre manos, y un plan de viabilidad. Destruir es muy sencillo, sin embargo volver a levantar un centro como éste no resulta sencillo. Las cifras son frías y el cierre del Esteban Vicente supondría un golpe para el patrimonio y nuestra imagen porque es un centro dinamizador de la cultura con repercusión económica y educativa», señala. En sus mejores momentos, hasta el centro llegaban unos 25.000 visitantes al año (de una población de más de 55.000), «lo que ha variado este año, en que no hemos podido presentar ni una sola exposición de producción propia. En su lugar hemos dado una vuelta a la colección permanente porque no nos podemos quedar de brazos cruzados», dice.

La directora asegura que cuando cruza por el jardín del museo, cerca de donde reposan las cenizas del pintor y su esposa, «parece como si me estuviera mirando con esos ojos casi transparentes. Te entra mucha nostalgia», confiesa. Estos días ha podido comprobar que no está sola. Sus compañeros del mundo del arte están a su lado y se lo han hecho notar: «Hay cierta inquietud y me han animado mucho». Desde las instituciones públicas existe el deseo expreso de que elcentro siga adelante y de que el paréntesis de cierre sea sólo temporal.

Chillida, José Guerrero, Gustavo Torner...
El caso del Esteban Vicente (en la imagen, una sala del museo) no es el primero en caer en la lista de museos de artista. El pionero, en 2011, en dar la voz de alarma fue el espacio Chillida Leku, que cerró sus puertas. Sus jardines siguen abiertos, pero el centro se convirtió en víctima de la crisis. Aún hoy no se sabe si volverá a recuperar su actividad. En Granada, el Centro José Guerrero se salvó in extremis del cerrojazo: el clamor popular hizo recapacitar a la Administración y los camiones, que aguardaban el regreso de las obras del pintor a EE UU, se quedaron en tierra. El centro, que alberga un legado de 40 obras de Torner, languidece frente a las Casas Colgadas de Cuenca. El artista espera el milagro.