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Los camiones cisterna al rescate de pueblos «secos»
Madrid- «Llevo 30 años en el pueblo y no recuerdo nada igual». Así resume Ángel Gago, alcalde de la pedanía de Santa Ana, en la aldea de Alcañices (Zamora), un panorama desolador. Y sobre todo, árido. Desde hace casi medio siglo, el pueblo, de apenas 25 habitantes, se abastece del agua de un pequeño manantial. «Nunca dio mucha agua, pero la suficiente para nosotros», dice. Hace un mes, los vecinos empezaron a llamarle por teléfono. «Abríamos el grifo y no salía nada. Nos habíamos quedado sin agua sin casi darnos cuenta», asegura. El manantial se había quedado seco. Y desde entonces, un camión cisterna ha acudido al menos un par de veces para abastecer a los vecinos. «Pero esto no puede ser así eternamente», dice el alcalde. «Un camión cisterna sale muy caro para la diputación. Necesitamos que llueva. Y mucho. La cosecha se está secando. Y esto va cada vez a peor», añade. Tienen un pozo que nunca antes habían utilizado. Sin embargo, «con la crisis, parece imposible ponerlo ahora en marcha».
«No ha caído una sola gota de agua desde abril», dice Tomás Carrión, alcalde de Alcañices, que se ha hecho cargo de la gestión del camión cisterna para la pedanía. Carrión se remonta aún más lejos que Ángel. «Nunca había pasado nada como esto. Y llevo en el Ayuntamiento 45 años», apunta. Así, no es de extrañar que en las dehesas de Salamanca estén «asustados». «Imagínate: tienen pastos con 200 y 300 vacas y si no llueve, tienen un problema gordo», añade.
Ángel confía en que la meteorología conceda una tregua en breve: «El año pasado llovió muchísimo en primavera y esperamos que ahora pase lo mismo». Por si las fuerzas naturales fallan, en Alcañices, ya hay quien se dirige al cura del pueblo para ver si es capaz de obrar el «milagro».
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