Buenos Aires

Enchufadora

La Razón
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Señora Jiménez: Usted no se ha tomado en serio su último enchufe. Todas las mañanas, cuando se despierta, se pellizca en un brazo y se pregunta: ¿Trini, es verdad que eres la ministra de Asuntos Exteriores? No se lo puede creer, como el resto de los españoles, que todavía no lo creemos. Pero tiene usted una cualidad y una calidad humana que nadie puede discutir. El agradecimiento. Como la política más enchufada que ha dado la Historia de España en su capítulo más reciente, usted le está devolviendo al enchufe todos sus favores recibidos. Clásica perdedora en las urnas, clásica vencedora en el BOE, usted ha conseguido algo de imposible superación. Que echemos de menos a Moratinos. Añoramos a Moratinos. Lamentamos su ausencia. Incluso preferimos los muslos de Moratinos a los suyos, mejor simulados en los anchos pantalones de confección modelo «Sepu». Se hablaba de Bibiana Aído, de Leire Pajín y otras compañeras de canonjías zapateriles, pero usted es la niña bonita de Zapatero. Y lo ha aprovechado con simpatía arrolladora e incompetencia supina. No tenga duda, señora Jiménez, que de elegir a una política para tomar una copa y sonreir anécdotas, me inclinaría claramente por su compañía. Me encantan las mujeres que sonríen por todo, y ofrecen una buena sonrisa. Me contaría sonriente el lío de la guerra de Libia, en la que están nuestros soldados combatiendo a favor de no se sabe quién. Me comentaría sonriente el silencio y la falta de reacción ante las tropelías del presidente sirio, que lleva asesinando a mansalva unos cuantos meses y usted ni «mu». Me relataría entre carcajadas –siempre que yo le garantizara mi discreción–, las reacciones de los cancilleres occidentales cuando usted les habla de la Alianza de Civilizaciones. Y sobre todo, me leería descuajeringada de risa la relación de sus últimos nombramientos, que se los endosa al Partido Popular, mucho más respetuoso con la profesionalidad de los diplomáticos que ustedes. Prueba de ello es el alto valor que concedieron los Gobiernos de Aznar a su antecesor Moratinos, que nunca camufló sus preferencias ideológicas.

Es usted coherente, señora Jiménez. Como buena enchufada, usted enchufa. Reconozca que muchos de los destinos que usted ha cubierto entre sonrisas podrían haber sido consultados con los responsables de Exteriores del partido de la Oposición, que tiene bastantes probabilidades de gobernar España en un inmediato futuro. Porque no es cierto eso que se dice que todos los diplomáticos son altos funcionarios independientes y con sentido de Estado. También se dan los sometidos y agradecidos a un partido político, y los pasillos del Ministerio de Asuntos Exteriores, los célebres pasillos de la desesperanza, están habitados y paseados por grandísimos diplomáticos a los que usted como Moratinos, han castigado por no tragar con ruedas de molino.

No obstante, creo que se ha quedado corta y que puede todavía hacer un esfuerzo para colocar a más gente. Mi prima Vladimira Ussía que está harta de vivir en Llodio desea trabajar en el Caribe. Piense en ella. Es socialista. Mi sobrina Leonor Ariza, votante de Zapatero, me pide ser nombrada secretaria particular de cualquier embajador de izquierdas. Y mis amigos, todos socialistas, Amador, Joaquín, Loles, Florestán, Práxedes y Martín –le adjunto sus currículos–, quieren ser embajadores en Londres, París, Berlín, Roma, Washington y Viena, respectivamente. De tener ocupadas estas embajadas se conformarían con Lisboa, Praga, Estocolmo, Budapest, La Haya y Buenos Aires.

Ante usted me quito el chambergo, me inclino respetuosamente, y quedo de usted afectísimo, mi señora enchufada y enchufadora.