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Nuria Amat: «Vivo en Cataluña como una exiliada»
Profesión: escritora. Nació: en 1950, en Barcelona. Por qué está aquí: por su novela «Amor y guerra» (Planeta), ganadora del premio Ramón Llull.
–Una novela de amor en tiempos de guerra. ¿Cómo es ese amor?
–Más intenso, tanto sexual como platónicamente.
–En tiempos de crisis como ahora, ¿también se recorta el amor?
–También, por la crisis de valores. Hoy casi no interesa nada. Tener cultura, vida interior, ayuda a amar. Ahora no hay vida interior.
– Novela el asesinato de Trotski por Ramón Mercader, pariente lejano de usted. ¿Sabe por qué le mató?
–A Trotski lo tenían que matar el padrastro y la madre de Mercader, pero él se ofreció a hacerlo para que ellos no pasaran el mal trago.
– ¿Acto de estupidez o de locura?
–Es el acto de un psicópata. Mercader era un manipulador, un esclavo de Stalin. Una mancha para los anarquistas y para mi familia.
–En su casa no hablaban mucho de él...
–Mi familia era muy católica y conservadora. Para ella era un criminal.
–Recrea la Barcelona de los años 30 y 40, «una ciudad muy abierta, donde se hablaba las dos lenguas con naturalidad», dice.
–En aquellos tiempos no hacía falta la inmersión lingüística.
–Dice Félix de Azúa: «Soy un exiliado de Cataluña en Madrid».
–Yo vivo como una exiliada en Cataluña. No he sido nada visible. No me siento bien en Cataluña ni en España. Me iré, ya me estoy yendo.
–Un escritor debe matar cada día a su padre, violentar a su madre y traicionar a su patria, dice Jean-Claude Carrière. ¿Se anima?
–De forma exagerada, es así. Todos los escritores matamos metafóricamente a la familia, a los amigos...Por eso somos incómodos.
–Umberto Eco ha reescrito «El nombre de la rosa» para hacerla más legible a muchos lectores...
–Eso yo no lo haría jamás.
–¿A quién no ha entendido nunca?
–A Marcuse.
–Guardiola pone ópera en el vestuario para animar a sus jugadores antes de un partido. ¿Qué le anima a usted?
–Cantatas de Bach, flamenco. De joven, bebía un poco de anís. Ahora, ni eso.
–La última palabra de Steve Jobs fue «¡Guau!». ¿Qué le parece?
–Fue muy Steve Jobs hasta en la agonía.
–Lo mismo podríamos decir de Rin Tin Tin...
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