Hollywood
Felipe González podría casarse en otoño por Jesús Mariñas
Sorprende lo precisos que son los filmes británicos, la exactitud que despliegan en la reconstrucción de ambientes, momentos históricos e incluso gestos de la época. Aquí no les llegamos a la suela y prueba de ese desajuste, pese a su impacto, es «Amar en tiempos revueltos», donde sólo hay atisbos de lo que indumentariamente supuso aquel tiempo. Y es que somos olvidadizos, pero no sólo con la historia. Los ingleses da lo mismo que recuerden a Enrique VIII o algo tan reciente como la renuncia del hermano que forzó al duque de York a subir al trono. Y mientras unos se distraen recuperando tiempos mejores, al menos estéticamente, otros disfrutan con la última moda, escapismo o evasión: las revistas ofrecen material abundante donde solazarse y, en casos, hasta arrancar pellejos.
Inefables resultan las fotos de Belén Esteban y familia en Punta Cana, zona no tan rumbosa como la propiedad de Haydeé Raineri donde suele tostarse Felipe González. Me aseguran que él querría celebrar su segunda boda antes de acabar el año, acaso en otoño. El ex presidente desea oficializar lo suyo con Mar García Vaquero, aunque me cuentan que ella no parece muy animada. Pero acabará dando el sí, o tal vaticinan, a la vez que me insinúan el interés del supermillonario mexicano por una española. Creo que Felipe hizo de Celestina, mano izquierda no le falta. Pero a lo que iba: tanto Belén como su Fran –prematuramente retirado durante un año, su padre sigue diciendo pestes al verse abandonado tras la barra del bar– aparecen con el contorno abdominal perfecto tras el oportuno y adelgazador Photoshop.
Han tenido la gentileza de afinarles las redondeces producto de la despreocupación o el relax. Restaurados y hasta estilizados como si trabajasen en Hollywood. En el mismo estilo aparece –sorpresa,sorpresa– un floral grupo integrado por Cary Lapique, su hija Carla y Maribel Yébenes, a quienes han retocado con la herramienta informática de forma innecesaria, a ellas no les hace falta. Y es que este bisturí técnico ya no se limita a correcciones imprescindibles para borrar la arruga, trabajo donde el exquisito Pepe Botella suele invertir hasta tres días mejorando, por citar sólo uno, el rostro y los gestos de Isabel Preysler.
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