Estreno
Susana Fortes: «Mi libro es un homenaje a "Twin Peaks"»
La escritora se pasa a la novela negra en «La huella del hereje».
–Galicia, tierra de leyendas y misterios, ¿escenario ideal para una novela negra?
–La novela negra es territorial. El género se renueva y Santiago tiene muchos ingredientes que la favorecen: callejones, laberintos, pasadizos, la atmósfera que crea su clima con la niebla y la llovizna. No he querido darle un toque costumbrista, sino más internacional porque está muy trajinado por los peregrinos que le dan un aire cosmopolita. El Camino es el germen de la cultura europea. Por él entró el románico, el gótico, el pensamiento... Además, la Iglesia está muy asentada y se conservan muchas tradiciones. Todo esto confluye y la convierte en un escenario ideal.
–Es su primera incursión en el género, ¿por qué?
–Me gusta mucho como lectora saber que el asesino no soy yo. No me había metido nunca y me planteé cambiar como un reto. El género negro te permite hablar de cosas retorcidas, del crimen, de la delincuencia, del poder, de la corrupción, de personajes especiales. Necesita ritmo, agilidad para engancharte desde el principio, para que, una vez que empiezas, no la puedas soltar.
–¿Le ha costado trabajo el cambio?
–Parece que es un género menor, pero resulta muy complicado. Me costó mucho porque es la primera vez, pero aunque es diferente, el autor es reconocible. Yo soy la misma escritora describiendo personajes y al profundizar en su psicología, al crear ambientes y situaciones... Esto es un sello personal que no se pierde.
–¿Ha necesitado mucha documentación?
–Para la parte histórica sí, aunque Pristiliano es un personaje conocido para los gallegos y es fácil documentarse. Lo más complicado ha sido la trama policial, cómo trabajan, expedientes, detalles, métodos de investigación, forenses... Todo eso era nuevo para mí.
–¿Quién es Patricia Pálmer?
–Está clara la semejanza con "Twin Peaks"de Laura Palmer. Todos hemos crecido con David Lynch, que fue el primero que dignificó las series televisivas. Es un homenaje a la serie, no una parodia. Como en la serie, la muerta está presente. Laura es una becaria que aterriza en un periódico local y coincide con Villamil, un viejo conocido del periodismo local. Entre ellos se crea afecto y una amistad cómplice.
–¿Y por qué hay dos líneas de investigación abiertas?
–Son un par de ambientes, de forma de trabajar. Castro es un policía atípico –le gusta la poesía, es retorcido, tiene marcadas sus formas. Por otro lado está la investigación periodística, ese toque de las redacciones locales, a veces cutre, me gustaba. Las dos dan juego y sirven para airear la trama y el desarrollo de la novela.
–Toca también el narcotráfico, la corrupción...
–Sí, empresas vinculadas al narcotráfico, pero también aparecen grupos ecologistas –Pristiliano está considerado el primero de ellos–, el poder político, sectas, curas iluminados, robo de documentos, peregrinos de paso, intrigas, conspiraciones... Lo esencial es narrar con agilidad para que enganche desde el principio. Si no, no funciona.
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