(Micro) familia no hay más que una

En la pantalla parpadea un llamativo aviso en rojo: son las 20:30 y en la sala 2 comienza una nueva función. No todo el público del abarrotado ambigú de Microteatro por Dinero se dirige a la escalera por la que se accede al pasillo que separa las salas. Tan sólo los quince espectadores con entrada, los que caben en cada uno de los cubículos de apenas 9 metros cuadrados (3,5 por 2,75 aproximadamente) en los que alguna «microcompañía» de teatro –suelen ser dos o tres actores– lleva a cabo su «micropropuesta». El resto del respetable espera arriba, tomando una caña, picando algo, charlando o, sencillamente, estando y dejándose ver por allí, como quien disfruta del garito de moda o del restaurante del momento. Y es que los propietarios de esta original empresa escénica, situada en el autodenominado barrio de Triball, han logrado convertirla en poco más de un año en eso que las revistas de tendencias llaman un «must». Vamos, que hay que ir.

No es por dinero
Detrás de Microteatro por Dinero hay nueve personas llevando el día a día de la sala. Algunos de ellos son socios. Aunque ni son todos ni están todos, ya que son 22 en total, entre ellos, actrices como Lola Baldrich y Ana Risueño, aunque también abogados como Jaime Aranzadi. El nombre del espacio, de hecho, es un guiño, ya que saben que por muy bien que les vaya, no se harán ricos en este negocio: demasiados bolsillos para repartir beneficios. La aventura comenzó con una experiencia piloto en un prostíbulo de la calle Ballesta: «Tuvimos colas de espectadores que llegaban hasta Gran Vía. Incluso vino la Policía a ver qué pasaba», explica otro de los socios, el cineasta Miguel Alcantud, «ideólogo», director y programador. «Funcionaba tan bien que decidimos hacer algo estable», prosigue. Verónica Larios, otra de las socias y gerente de la sala, explica el proyecto: «Lo apostamos todo. La idea era hacer nuestros propios proyectos y abrirlos al público desde el principio». Así, dan voz y trabajo desde octubre de 2010 a multitud de actores, actrices, directores y autores, muchos jóvenes y desconocidos, aunque por la sala han pasado también Juanma Bajo Ulloa, Juan Carlos Pérez de la Fuente –ahora tiene en cartel una comedia kafkiana a vueltas con el futuro, «Oficina de patentes», escrita por el periodista Julio Bravo– o el actor Eloi Yebra, uno de los tres protagonistas de una divertida gamberrada sobre mafiosos y controladores aéreos titulada «Victoria», que firma Álvaro Morte y que puede verse también estos días.

Actores conocidos
La sala programa cada mes por ciclos temáticos. Así, hasta ahora ha habido ciclos como Microteatro por Dinero, por Amor, por Muerte, por el Futuro... Y esta semana arranca Microteatro por la Familia, con propuestas como «De parto», de Pablo Flores Ezcurra. «Es muy divertida, te coloca en un sitio bastante curioso, de voyeur: estás donde no deberías estar y ves lo que no deberías ver», cuenta Alcantud sobre esta pieza que dirige Guillermo Croizad. Hay obras con caras conocidas, como «Una madre bio-ilógica», de Sonia Sebastián, con Marta Fernández Muro entre otros actores, y micromonólogos en sesión golfa escritos por Secun de la Rosa. También una pieza «delirante», «Llámame papá», de Óscar Parra de Carrizosa, y una «comedia-thriller», «La isla», de Marcos Moreno, que nos adentra en un velatorio familiar.

No es raro tampoco encontrar ideas de los propios socios: este mes será «Barrasella, una superheroína de la vida», de Yolanda Barrasa, «una especie de blog teatralizado muy divertido», añade Alcantud. Eso sí, «pasan el proceso de selección como cualquier otra. Aunque lógicamente, si estamos indecisas entre dos, solemos elegir la del socio», matiza.

El mecanismo de la sala es original y preciso: cada cinco minutos comienza un nuevo pase en alguna de las salas. La puntualidad es británica, ya que puede verse una única obra, pero alguien puede tener entradas para dos, tres, cuatro... o las cinco. Si les escuece el bolsillo, piensen que son 4 euros por pase. Las cinco funciones salen por 20, lo que pagarían en muchos otros teatros.

Paneles de quita y pon para la sala grande
En la sala reciben, cuenta Alcantud, entre 80 y 90 propuestas de obras cada mes, que han de evaluar hasta quedarse con cinco para las salas, más una de dimensiones algo mayores. El día 6 arranca en este formato «La rendición», de Toni Bentley, dirigida por Sigfrid Monleón (en la imagen), que se verá cuando se retiren los paneles de insonorización que separan los cinco pequeños cubículos para formar un espacio mayor. Además, tienen otras cuatro obras en sesión golfa (jueves, viernes y sábados, desde las 23:30 h) y otras cuatro infantiles los fines de semana.