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Se ha ido mi gran amigo por Ángel Sanchís Perales
Conocí a Fraga en el año 1976. Su cuñado y siempre amigo Carlos Robles le había dado mi nombre como persona que podría ayudarle a formar lo que, en su cabeza, era Alianza Popular.
Su primera llamada telefónica me impactó y la posterior entrevista me cautivó. «Sanchís, le llamo porque mi cuñado Carlos me ha hablado de usted y quiero que me reciba». Pues dígame Don Manuel a qué hora puedo pasar a visitarle. «He dicho que voy yo» .¿A qué hora? Bueno, pues venga usted esta tarde. A las cinco en punto estaba en mi despacho del banco y 10 minutos más tarde la Policía pidió que lo abandonásemos por amenaza de bomba. «Eso es alguien que me ha visto entrar. No se preocupe, que la Policía desaloje y usted y yo nos quedamos aquí charlando». Tres horas fueron más que suficientes para que me enamorase y me convirtiese en más fraguista que Fraga. A partir de ese día he sido testigo y actor de una serie de videncias, enseñanzas y anécdotas que a él le califican y a mí me enorgullecen. Nuestra amistad ha durado 35 años y tuve el honor de ser su adjunto durante 12. Es lo mejor que me ha pasado en mi interregno político. ¡Aprendí tanto de él! Sin desmejorar a nadie, ha sido el político más honrado, inteligente, trabajador e íntegro que he conocido. Su fama de hombre duro y adusto no es cierta. Fue fachada para vencer su timidez. Tenía una gran ternura con sus amistades, aunque siempre fue muy exigente con sus colaboradores. «Coño, Manolo, que todos no podemos ser como tú». Siempre fue el primero en todo. Las pocas veces que discrepé de él, el tiempo me demostró que él tenía razón. Recuerdo un día que después de una agria discusión, le espete –ingenuo de mí– «Tú eres más inteligente que yo, pero yo soy más listo que tú». ¡Aún recuerdo sus risotadas!
Ahora todos hablarán bien de él, pero fue en vida cuando debimos hacerle justicia. Quizás ahora se le haga algún homenaje pero, ¿dónde está el reconocimiento de la Corona? España le debe mucho. No voy a reproducir aquí los elogios que hoy he leído y escuchado de amigos y adversarios, pero es comúnmente aceptado que habría sido un gran presidente del Gobierno. El famoso «Techo de Fraga» hoy no habría existido. Nos queda su legado y ejemplo; ojalá lo aprovechemos. La última vez que le vi en su casa hace un par de semanas, fui con nuestro común amigo Abel Matutes. Ya estaba muy disminuido pero me cabe la alegría de que le conté una anécdota que le hizo soltar una de las más prolongadas risotadas que le recuerdo.
Para un hombre de extracción humilde como yo, haber aprendido de él, es una de las cosas más importantes de mi vida. En los dos últimos años, todos los meses almorzábamos un día en mi casa, con distintos amigos y conocidos con el único objetivo de hacer pequeños y periódicos homenajes a un hombre íntegro que a sus 89 años suscitaba la admiración y respeto de todo el mundo.
Se ha ido sin enemigos, aunque alguien así se considere a sí mismo que no merece tal honor. Se ha ido mi gran amigo. Descanse en paz.
Ángel Sanchís Perales
Empresario-Ex Diputado
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