Dublín
Becketten moto por Dublín
Traducida por primera vez al castellano, la biografía definitiva del autor irlandés, firmada por Anthony Cronin, nos desvela a un hombre marcado por su infancia, huidizo y angustiado al que le gustaba mucho viajar sobre dos ruedas«Samuel beckett», Anthony CroninLa uña rota. 656 páginas, 25 euros.
Ya lo dijo, en la conferencia «Samuel Beckett: Nadie de la Nada», el gran biógrafo Richard Ellmann: «Es un escritor sui generis, con sello propio, garantizado y estilizado». Y, ciertamente, de pocos autores se puede decir eso de forma tan tajante y excepcional. El irlandés Anthony Cronin ha ahondado en ello en la que es la primera biografía traducida al español del premio Nobel 1969 –por Miguel Martínez-Lage–, un libro publicado en 1996 y al que se consagró después de haber recorrido la vida de otro compatriota literato ilustre, Flann O'Brien, en el volumen «No Laughing Matter» (1988). Desde su nacimiento, en el seno de una acomodada familia dublinesa de Foxrock, hasta su muerte en 1989, se van detallando con gran conocimiento los andares de Beckett: cómo su difícil relación con su airada madre y los paseos con su silencioso padre generarán situaciones que se convertirán en ideas obsesivas que luego aparecerán en negro sobre blanco. «En todas sus obras aparece una ciudad a la orilla del mar, una pequeña llanura costera, los montes detrás. Su forma de imaginar es distinta de la imaginación literal y meticulosa de James Joyce», afirma el autor, que sigue al biografiado en sus insomnios y pesadillas –que tendrán reflejo en su teatro–, en el ambiente protestante que le rodeaba y en su dedicación al deporte (críquet, rugby, boxeo, natación, golf, tenis...). De hecho, tanto en sus años adolescentes en un exclusivo internado como más tarde en el Trinity College dublinés, de donde salió licenciado en lenguas románicas en 1927, pareció interesarse más por los juegos y las motos que por los estudios, asegura Cronin. Son los años en los que perfecciona su francés, lee a Keats y a Racine, frecuenta el Abbey Theatre para ver las obras de S. O'Casey, J. M. Synge y W. B. Yeats, y sufre desavenencias familiares que le empujarán a una decisión fundamental: salir de Irlanda, como habían hecho Wilde, Joyce y Yeats. Así, trabaja como profesor en Belfast y luego en París, intima con el autor del «Ulises», vive el modernismo de vanguardia y publica un ensayo sobre Proust en 1931. Con todo, Cronin aprecia que Beckett no se sintió atraído por la cultura parisina, sino que se limitó al círculo de Joyce; tanto, que la librera Monnier lo llama «un nuevo Stephen Dedalus»; tanto, que la malograda hija esquizofrénica de Joyce, Lucia, se enamora de Beckett sin que éste le corresponda.
Junto a Giacometti
Al igual que Joyce, quien tuvo una «dependencia cada vez mayor» de su amigo hasta el punto de ser «indispensable para el maestro», vive aislado en su mundo. Así, a causa de sus depresiones se somete al psicoanálisis en Londres, se afana por publicar «Belacqua en Dublín» y «Murphy», y de vuelta en París traba relación con el escultor Giacometti y tiene un «affaire» con la mecenas Peggy Guggenheim. Entonces, llega otro punto de inflexión. Él y su novia Suzanne huyen de la capital invadida de nazis y se trasladan a Roussillon en 1942. Indignado por cómo son tratados los judíos, colabora con la Resistencia y escribe «Watt», que Cronin elogia muchísimo. Definitivamente, se pasa a la lengua francesa y en la década siguiente le llega el éxito: «Esperando a Godot» (1952), con buenas críticas pero desconcierta al público, y la trilogía compuesta por «Molloy», «Malone muere» y «El innombrable». Beckett dice escribrir por obligación y se muestra como un «perfeccionista en un grado inusual, obsesivo». Recibe el Nobel con «frialdad» y se convierte en un personaje solitario que se hace preguntas que no merecerán respuestas, sino pocas palabras que anulan todo: nada, nadie.
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