Carreteras

El sustituto

La Razón
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Lo normal en España es que en agosto no haya ni Perry Mason. Llama uno a por un papel que de pronto necesita con urgencia y, si te cogen el teléfono, sólo con eso, te puedes dar con un cantazo en los piños que estás de suerte. Tienes dudas sobre si Tráfico abrirá en su horario normal, si la tienda de siempre cierra a mediodía, si el bar ha chapado hasta septiembre y si en atención al cliente contesta una señora o una pelusa rodante. Lo de los viernes es ya para flipar. Los viernes que, en realidad, comienzan a partir del jueves a mediodía. Desierto total. Eco. Sensación de soledad infinita y también de que eres el más tonto del globo terráqueo.
Qué bien se está en la ciudad en agosto, comentan los optimistas. Está esto muerto, decimos los demás. Hay, por el contrario, profesiones, ocupaciones y negocios donde no es posible tomarse el octavo mes del año a cachondeo y aparece la figura del sustituto. El sustituto del oficial al mando suele ser un tipo o una tipa con algo de talento y, sobre todo, con mucha mano izquierda. Suele estar siempre de mejor humor que el titular de la cosa, consciente de que es inútil y, sobre todo, poco inteligente, buscarse enemigos durante la interinidad. El sustituto o sustituta llega a septiembre con un alto nivel de popularidad entre los cercanos y provoca una suerte de comentarios laudatorios que encierran una mala baba espantosa hacia el que se las pira en agosto. Regresa el superior al puesto y lo que quiere es que nada haya cambiado, que la mesa siga igual que la dejó y que los grandes problemas sin resolver continúen empantanados. Cualquier modificación de criterio, por mínima que sea, podrá tomarse como alta traición, puenteo, puñal en la espalda, o directamente, guarrada.
Hay un caso especial en la España canicular que se sale de la media. Se va Zapatero a descansar y deja el país en manos de Pepe Blanco, encantado en su papel de jefe ocasional. En contra del proceder común, Blanco se engorila y durante treinta días gusta de conceder entrevistas a troche y moche, en las que deja pistas algo osadas, se nos antoja, para el que ocupa una posición temporal. Ha dicho Blanco que los españoles pagamos unos impuestos muy bajos y su afirmación choca frontalmente con lo que en varias ocasiones ha proclamado Zapatero, empeñado en que bajarlos es de izquierdas. Mucho nos tememos que el sustituto, esta vez, no es más que el muñeco del ventrílocuo. Veraneantes: bienvenidos al estacazo.