Bilbao
(5-1) El rugido del Madrid
El Real Madrid mantuvo el liderato de Primera división y llegará por delante del Barcelona al clásico del Camp Nou, tras superar un encuentro exigente ante un buen Athletic Club de Bilbao, al que acabó goleando, 5-1, en un escenario que sigue siendo inaccesible para cualquier rival.
Cuando el centro del campo del Madrid aflojó, cuando el Athletic sorprendió con un fútbol estirado, combinado y ofensivo, apareció Casillas. En sus paradas nacen victorias del equipo; cuando no hay llegadas al área contraria o falla la puntería, cuando el rival aprieta y dispara, entonces está él, escudo impenetrable, origen del rugido madridista, domador de «leones». No obstante, encajó un gol cuando el simultáneo dibujaba el 2-0. Primero marcó Higuaín; luego, Ronaldo; después, Llorente; a continuación, Ramos, de penalti, y para concluir, otros dos de «CR», que ya suma 15 en la carrera por el pichichi, dos más que Messi.
«El Madrid te ‘‘mata'' en un tic-tac», advertía Joaquín Caparrós antes de pisar el Bernabéu.
Tenía pruebas, evidencias solo contrarrestadas por su puesta en escena, por el viraje del Athletic hacia el fútbol-espectáculo, lejos del «a mí Sabino el pelotón que los arrollo», tan habitual en San Mamés. Sorprendió el de Utrera con la táctica. Huyó del cerrojazo, esquivó la furia y optó por discutir el esférico al Madrid. El tuteo no fue un atrevimiento sino una forma de equilibrar fuerzas sin ceder terreno.
Se cumplía el minuto 2 cuando Fernando Llorente empezó a elevar su cotización. El escaparate, ni más ni menos que el Bernabéu, el ideal, el estadio que sin ficharle ya le añora. El espigado delantero optó por tirar en lugar de centrar, que hubiese sido lo preciso. Calentaba; el Madrid, entre tanto, intentaba encontrar huecos entre la red rojiblanca y partía con Di María, el hombre orquesta que sube, baja, defiende, centra y chuta, al contraataque.
Cristiano Ronaldo forzó una «chilena», alta; Iraizoz paró un envío de Di María y el argentino cambió de táctica poco después, en lugar de chutar, pasó. Recogió la pelota Higuaín de espaldas a la portería y, como es el futbolista que mejor y más rápido se gira con el cuero dominado, se zafó de Amorebieta, falto de ritmo de competición, y marcó.
El tiralíneas
El 1-0 mejoró las prestaciones madridistas, aumentó su confianza y Sergio Ramos cabeceó fuera el 2-0. Este susto, sin embargo, espabiló a los bilbaínos, ahora frenados por Casillas, lo que no pudo hacer Iraizoz. Susaeta aprovechó una vez más que por el ala derecha, donde alternaba con Iraola, se podía llegar hasta la línea de fondo, para soltar un pepinazo. Iker lo intuyó y despejó. También rechazó el tiro de Llorente cuando burló a Pepe poco después. Y cuando parecía que el empate estaba más cerca que el 2-0, una jugada de tiralíneas entre Di María, otra vez, Özil y Ronaldo, el rematador, supuso el segundo tanto madridista. «CR7» alcanzaba así a Messi, 13 goles, como él, en la lucha por el pichichi que, en principio, sólo Llorente discute.
Amenazaba el Athletic y machacaba el Madrid, menos dominador que en partidos anteriores y explotando, por ello, las cualidades de Casillas. Iker volvió a hacer una tercera parada de mérito, pero el despeje favoreció al Athletic y Llorente, quién si no, acortó distancias, posiblemente en fuera de juego. Con 2-1 se llegó al descanso sin que Mourinho estableciera definitivamente su posición. Empezó en el palco y terminó en el graderío, cerca del banquillo.
Gol de Ramos, de penalti
Tras el descanso, Casillas volvió a intervenir. Aporta seguridad y es el origen de más de un triunfo del Madrid, que en esta mitad mejoró con respecto a la primera. Fue Di María, intermitente a ratos, quien provocó el penalti de Susaeta. Para sorpresa de todos, incluso de Mourinho, quien no disimuló su disgusto, Sergio Ramos situó el balón en el «punto fatídico» y lo convirtió en el 3-1. Pudo lanzarlo Cristiano, o Xabi, o Higuaín, pero no preguntó y lo tiró él.
El tercer tanto aplazó el debate sobre la reacción de Ramos, y como enseguida llegó el cuarto, el asunto, supongo, sería tratado en el vestuario sin hacer sangre, salvo que «Mou» decida lo contrario por improvisar las normas. Sucedió también que el Athletic empezó a desmoronarse, a impacientarse y a recuperar hábitos que parecían olvidados. Amorebieta fue el primero, y el único, en sacar la guadaña... El resultado de la falta, un cañonazo de Ronaldo que rozó en la espalda de Pepe y despistó a Iraizoz: 4-1. En la cuenta de «CR», 15 tantos al final, y su duelo con Messi para el lunes–; y en el campo, cambios. Los introdujo Caparrós con el encuentro perdido y Mourinho por todo lo contrario. Lass, Benzema y Granero relevaron a Khedira, Higuaín y Özil. El Madrid tiene el martes cita en Amsterdam y, si su técnico cumple con lo que predica, alineará ante el Ajax a los mejores y no regalará el partido. En la Liga no escatima, de ahí el 5-1; el último, de «CR», de penalti repetido.
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