Venezuela
«Hermano» y además rival
«La película al principio tiene esa cosa folclórica y colorista tan latinoamericana, pero la trama se va engrandeciendo hasta tocar temas fundamentales e incluso mitológicos». Lo dice el propio director, el novato Marcel Rasquin, que se formó lejos del Caribe y que con su opera prima, «Hermano», se ha cruzado la geografía festivalera internacional.
Podría decirse de «Hermano» que es una película sobre la pobreza que se amontona en las grandes urbes latinoamericanas, pero no estarán en lo cierto, porque no parece la típica película sobre chabolas: «Entré en el mundo del barrio, que es como llamamos a las favelas en Venezuela, con mucha honestidad y sin prejuicio. El cine latinoamericano o lo idealiza (todos los que habitan allí son gente buena) o lo sataniza (no hay más que delincuentes y la vida allí no vale nada). La realidad es que ambas conviven a diario. Eso fue lo que quise transmitir y creo que la cinta refleja esa verdad», argumenta el realizador.
Béisbol mejor que fútbol
También podría definirse como un filme deportivo, pues algunas de las secuencias principales transcurren entre dos porterías: «Elegí el fútbol por mi afición personal a ese deporte, aunque en mi país se prefiere el béisbol, y también por la dimensión poética que posee –asegura Rasquin–. A una persona que jamás haya visto un partido le valdrán un par de minutos para entenderlo». Pero no filma encuentros en grandes estadios, sino en canchas de tierra, donde se vive la pasión en estado puro. «Me apoderé de la pasión que despierta este deporte para contar una historia sobre la fraternidad, de ese fútbol de las canchas de tierra y de los trajes hechos a mano».
Para este cara a cara eligió a Fernando Moreno, un actor de teatro que «aporta fuerza y al mismo tiempo fragilidad a su personaje, y Eliú Armas, «que nunca había visto una cámara, pero que comparte algunos episodios biográficos con el protagonista». «No imaginábamos que iba a ser tan bien recibida, pero sí sospechábamos que había algo valioso, universal y contundente en la historia», dice orgulloso el realizador de los galardones cosechados. Sin duda ha servido para que la cinematografía venezolana suba un primer escalón fuera de su país: «Empieza a consolidarse la producción en mi país –concluye el director–, donde se filman entre diez y doce películas al año».
Cine de barrio
«Hermanos»
Director: Marcel Rasquin. Intérpretes: Eliú Armas, Beto Benites, Gonzalo Cubero. Guión: Rohan Jones y M. Rasquin. Venezuela, 10. Duración: 97 min. Drama.
No es necesario calificar a un filme de «político» ni apellidarse su director Costa Gavras para que refleje con diáfana y triste transparencia las condiciones, en este caso tan duras, que marcan el paso inestable de un país. Quizá ni siquiera Rasquin sabía con certeza por dónde se le escapaban los tiros en la película con que debuta. Observen la absoluta miseria periférica venezolana, los trapicheos que acaban en balaseras, los adolescentes armados hasta los dientes, las niñas embarazadas que hacen fila para abortar, la desesperación de numerosas madres solteras que deciden, no obstante, acoger a un bebé abandonado...
Como hace la de los dos protagonistas, hermanos no de sangre muy distintos (el uno, gran futbolista en ciernes; el otro, un delincuente al que aprieta la necesidad de mantener a la familia) pero unidos de manera indeleble. La tragedia estalla con la forma de una mancha oscura de sangre y los destinos de estos hombres parecen que jamás volverán a cruzarse. Lástima que Rasquin no tenga claro qué hacer con las historias paralelas y que precipite el final para insistir en una idea que ya nos había quedado clara: la violencia, que se mastica y digiere desde la infancia, siempre es capaz de generar más sangre, todavía más dolor y rabia.
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