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Las balanzas fiscales por Josep Maria Rañé
Publicar el resultado de las balanzas fiscales es positivo. Conocer la realidad siempre es positivo, porque con la ignorancia y la desinformación ni se va a ningún sitio, ni se alcanza ningún acuerdo. No obstante, lo que ocurre al intentar conocer realidades complejas –y ésta lo es– es que ello no nos libra de los debates e interpretaciones que lleva aparejadas.
Por ello, el informe presentado por el conseller de Economía, Andreu Mas-Colell, tiene más ventajas que inconvenientes. La más evidente es que, al cuantificar, los términos del debate cambian. Se aporta una base más objetiva para la discusión de fondo y ello condiciona a todo el mundo.
Al aplicar una metodología similar al amplio periodo de 23 años que va desde 1986 hasta 2009, se ha conseguido establecer en una horquilla, que oscila entre el 5,8% y 8% del PIB catalán, la diferencia media entre las aportaciones que efectúan los ciudadanos de Catalunya a las arcas estatales y lo que retorna de ellas.
Con ese contexto numérico, ya no es posible centrar la discusión entre conceptos indeterminados y extremos, como el expolio fiscal o la contribución solidaria, sino que permite discutir sobre la existencia, o no, de un exceso de contribución, de cómo afrontarla y en cuanto tiempo resolverla.
Si el 4 por ciento del PIB parece que puede constituir la cifra «mágica» a perseguir, por similitud con el flujo máximo de solidaridad entre los «landers alemanes» de rentas más altas y su Estado Federal, entonces el debate de la revisión del sistema de financiación que prevé el Estatut comienza a embridarse. Y eso también es positivo.
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