Balón de Oro

«Mou» tampoco es suficiente

Mourinho puso al árbitro Howard Webb por las nubes, para ganárselo, y se la jugó: casi le roba el partido. Estuvo a punto de conseguir lo que no logró en el Mundial, que perdiera el equipo español.

Cristiano Ronaldo remata de cabeza en presencia de Boateng
Cristiano Ronaldo remata de cabeza en presencia de Boatenglarazon

Toleró las malas artes milanistas y permitió el 2-1 de Inzaghi, dos metros fuera de juego. Jugó mejor el Madrid y no perdió porque empató Pedro León en el tiempo añadido. El Real continúa sin ganar en San Siro; pero ya está clasificado para los octavos de final.

El Milan de Arrigo Sacchi era una máquina practicando el fuera de juego; el Madrid de la «Quinta» llegó a caer 25 veces en la añagaza; fue un martirio chino. El Milan de Massimiliano Allegri concedió el gol de Higuaín al filo del descanso porque el veterano Nesta, lento por demás, no trazó la línea y convirtió el fantástico pase de Di María en arma letal cuando «Pipita» lo recogió. Abate protestó al árbitro; pero debió reprochar al compañero su falta de reflejos.

El Madrid de Mourinho ensayó la trampa que Tassotti, Baresi, Costacurta y Maldini ejecutaban con sinigual destreza y terminó por aburrir a Pato en el primer tiempo. ¡Cómo ha cambiado el cuento con los años! Tanto tiempo después, el Madrid pagaba al Milan con su moneda; si bien la fiabilidad de Ramos, Pepe, Carvalho y Marcelo dejó que desear en algún tramo del partido, como cuando Casillas, atento a la ocasión más clara, ganó el mano a mano a Ibrahimovic (min 23).

De aquel Milan arrasador no quedan ni jugadores ni cenizas, aunque sí una fortuna inagotable y un rescoldo sucesorio que tratan de encender la furia eterna de Gattuso, el talento desesperado de Pirlo, quien, por cierto, también utiliza la cabeza para despejar, y el increíble oportunismo de Inzaghi, protagonista al final.

Mucho antes, en el minuto 20, el mencionado Pirlo desvió primero el testarazo de Higuaín sobre la raya y el disparo inmediato de Di María. El Madrid jugaba más y mejor. Mourinho lo había lanzado al ataque como si estuviera en su casa... Abbiati evitó el primer gol de Higuaín a los tres minutos, se libró de otro de Pepe, se quitó de encima uno de Xabi Alonso y se demudó cuando Di María lanzó junto al palo. Cuando el «Pipa» hizo el gol 700 del Madrid en competiciones europeas, su equipo había creado diez ocasiones, por un par de rojinegras.

Caía el muro de San Siro trece partidos después, derribado por el once más recitado de Mourinho, quien cuenta con una defensa en la que chirría Pepe, ahora que reclama un aumento de sueldo. El centro del campo cada partido está más consolidado y Di María, Özil e Higuaín continúan en adecuada progresión. Y además, Cristiano Ronaldo, para desesperar a cualquier graderío del mundo y demostrar sobre el terreno de juego la potencia de robocop. Recurriendo al símil boxístico, si Messi, fino estilista, es Cassius Clay, Cristiano es Joe Louis, el «Bombardero de Detroit».

Gritaba el público de San Siro la superioridad manifiesta del Madrid y la inconsistencia de su equipo. Había empezado el segundo tiempo y Abbiati volvía a ser protagonista. Mientras él se multiplicaba, Ibrahimovic perdía los nervios y pateaba por detrás, y sin posibilidad de llegar al balón, a Ramos. Concurrió una circunstancia para que sólo viera la amarilla: arbitraba Howard Webb, el de la final de Suráfrica, y la víctima era un español y campeón del mundo... Webb, ese «árbitro fantástico», así definido por Mourinho, empezaba a dejar constancia de su ineptitud y parcialidad, sin ver el alcance, quizás, de sus arbitrarias decisiones. Perdonó la expulsión a Inzaghi, relevo del desaparecido Ronaldinho, por agredir por detrás, sin que viniera a cuento, a... Xabi Alonso. La entrada no fue como la burrada de De Jong, pero merecía una roja que no fue ni amarilla.

Otra frase para la posteridad de Mourinho fue aquella que pronunció antes del partido del Bernabéu, «a quien más temo del Milan es a Inzaghi». Premonitorio. El campo, resbaladizo, propició el catastrófico error de Pepe, el centro de «Ibra» que no supo atajar Casillas y el remate sin oposición del recién salido. Era injusto, pero el partido estaba empatado a uno; goles de... «Pipa» y «Pipo», otra peculiaridad de este encuentro.

Boateng, Abate, «Ibra» y Gattuso, con sendas tarjetas; pero Allegri prefirió retirar a Pato para defender el 1-1 con Ambrosini. No ocultaba sus intenciones y confiaba, como suele ser habitual en el fútbol italiano, en que sonara la flauta una vez más. «Mou», sin embargo, no se conformaba y metió a Benzema por Higuaín, que salió del campo cariacontecido; pero sin rechistar. ¡Cualquiera! Dominaba el Madrid y contraatacaba el Milan, que, ayudado por el jugador número 12, Howard Webb, marcó el 2-1, obra de Inzaghi, en clarísimo fuera de juego.

No merecían tanta suerte los «rossoneri» y fue Pedro León, sustituto de Pepe, quien con toda justicia y a pase de Benzema puso el 2-2 en el marcador cumplido el minuto 93. Fue el mal menor. Mourinho sigue sin perder. Ni Webb lo ha conseguido.