París
Un reformador por Ricard Mas
Paul Cézanne (1839-1906) es uno de los padres de la pintura moderna. Su ambición: «Recrear a Poussin desde la naturaleza», o sea, continuar la línea compositiva de la gran tradición pictórica pero partiendo de la observación de lo sensible, en una especie de arrebato espiritual que busca las raíces de la creación. En cierto modo, Cézanne es un pintor zen que trata de simplificar la estructura de la naturaleza en cilindros, esferas y conos, otorgándole la máxima importancia a la composición en su conjunto. También llegó al convencimiento de que una tela es un ente bidimensional y que la perspectiva adoptada en el Renacimiento era un burdo engaño visual. La obra, creada según las mismas leyes divinas que rigen la naturaleza, no imita a ésta, más bien viene a sumársele.
Infatigable trabajador, no tuvo ningún éxito comercial. Inspirado por Courbet y el escritor Emilio Zola, expuso en algunos salones de «refusés» junto a impresionistas admirados como Pissarro; pero no sería hasta la edad de 56 años que realizaría su primera individual, respaldado por el marchante Ambroise Voillard. No pasó hambre, pues su padre, banquero, le dejó en herencia 400.000 francos y vivió parte de su vida en la Provenza, en la finca de su madre. Su periodo de madurez arranca en la década de 1880, cuando descubre la montaña de Sainte-Victoire. Pasa largas temporadas enclaustrado a causa de la diabetes. Amaba tanto pintar al aire libre que morirá víctima de una neumonía que contrajo tras una sesión bajo la lluvia. Tras su óbito en 1906, París le dedicará una amplia retrospectiva que descubrirá al gran público sus naturalezas muertas con limones y manzanas, exhuberantes paisajes de la Provenza, la totémica Sainte-Victoire, bañistas al aire libre, y las no menos célebres cinco composiciones de jugadores de cartas. Picasso, Matisse, Braque... casi todo el arte del momento beberá de las lecciones de Cézanne.
La serie de «Jugadores de cartas» se inicia en 1890 con dos composiciones inspiradas en una tela de Le Nain expuesta en un museo de Aix. Cézanne elimina la anécdota para recrearla como una naturaleza muerta. Se trata de convertir un momento en intemporal reduciéndolo todo a estructuras. Los jugadores, absortos en las cartas, no reclaman nuestra atención. Simplemente existen.
Ricard Mas
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