Estados Unidos
Opiniones por Fernando SÁNCHEZ-DRAGÓ
Suprímanse, aquí y en todas partes, las instituciones sanitarias (empezando por la OMS) que permiten la publicidad de la leche y sus derivados. Yo no pretendo que prohíban tales venenos, pues sólo hacen daño a quien los ingiere, y allá ellos. Pero una cosa es la permisividad y otra la publicidad, incluso en horarios infantiles. Idem en lo relativo a la margarina no modificada y a los aceites de palma y de coco que, acogiéndose al subterfugio semántico de lo que llaman, con dolo, «grasas vegetales», están presentes en la mayor parte de los alimentos envasados y enlatados. Idem en lo relativo al foie y a los patés, que tan de moda se ha puesto en nuestro país. Restaurante al que vas, terrina que te enjaretan. Idem en lo relativo a las bolsas de patatas fritas y sus letales catecolaminas. En Estados Unidos ya empiezan a marcarlas con el signo de R.I.P. Idem en lo relativo a los anuncios de productos no farmacéuticos ni de herbolario que, según aseguran sus fabricantes, reducen el colesterol. Eso es mentira. Más bien lo aumentan. El jamón ibérico, por cierto, no es saludable, aunque sea menos insalubre que el resto de los embutidos y productos de charcutería. El camelo de la «dieta mediterránea» tampoco lo es. Idem en lo relativo al uso del tabaco en lugares públicos. Las calles, los estadios y las plazas de toros lo son. No basta con prohibirlo en los centros de trabajo, en la hostelería y en las discotecas. La libertad del fumador termina donde empieza la libertad del prójimo. El aire libre no es causa eximente de esa norma moral. Idem en lo relativo al sórdido negocio infanticida de las chucherías industriales y de toda la gama de tentempiés con las que los adultos entretienen el hambre, salpican la conversación y acompañan el pelotazo de güisqui o de lo que se tercie. Idem en lo relativo a las campañas públicas de demonización de los productos de la medicina natural y los alimentos saludables (curioso eufemismo con el que se designa a muchas sustancias de probada virtud terapéutica). Detrás de esa furia prohibicionista sólo están los intereses de los laboratorios.
✕
Accede a tu cuenta para comentar