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Malaya mi suerte por Enrique Miguel Rodríguez

La Razón
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Hay días que el artículo se te da ya escrito, es casi imposible dirigirse hacia otros caminos, hacia otros temas; por ello, recordando al bueno de Oscar Wilde, caigamos en la tentación para poder vencerla. El más famoso de los juicios, como estaba previsto, una vez leídos los cargos de los implicados, se aplaza hasta octubre. Estas demoras, que no tengo duda se deben a lo que manda la ley y los procedimientos, no dejan de ser de difícil comprensión para el público. Después de cinco años de comenzar la Instrucción, la vista oral, con poco más de cinco horas, sufre otra dilación. Ayer, los que están buscando el pellizco de la noticia, aseguran que Isabel Pantoja saludó a Julián Muñoz. Aunque ella sea coplera y de las grandes, estoy seguro de que no le cantó aquella «soleá» que comienza diciendo «ni rencores ni perdón, no me grites, no me llores, lo nuestro ya se acabó». También aseguran que, saliendo de retocarse en el baño, se dio de cara con Mayte Zaldívar. Tampoco creo que le cantara aquello de «mi cariño no fue ni ‘comprao' ni ‘vendío', lo regalé». Elucubraciones aparte, a Isabel ni su popularidad ni su arte ni sus fans ni sus feroces detractores no deben ni ayudarle ni perjudicarle judicialmente. Indudablemente, todo lo expuesto antes le ha producido cientos de juicios y condenas mediáticas. Mientras, los otros 98 implicados, como manda la ley, vivían tranquilamente a la espera del juicio. Al final lo que le toca demostrar al fiscal es que efectivamente Julián Muñoz tenía cerca de cuatro millones de euros en algún lugar y con el conocimiento tanto de su ex mujer como de su ex novia y blanquearon el citado capital. Uno se pregunta: ¿Y todo esto no puede resolverse en un par de años? Porque si en octubre, por las circunstancias que fuesen, se produjera otro aplazamiento, el final del caso se alargaría eternamente, siendo los primeros perjudicados los acusados, que tendrían que seguir en la picota pública.