Andalucía

Santamaría asume el peso de la relación con Cataluña y País Vasco

Los populares fortalecerán su discurso político en defensa de la cohesión nacional. Ante el 25-N, cautela: «Esta partida vamos a jugarla y veremos a ver qué pasa»

Alberto Núñez Feijóo, acompañado por la presidenta del Partido Popular en Cataluña, Alicia Sánchez-Camacho, entra en la sede madrileña del PP, ayer, para asistir a la reunión del Comité Ejecutivo Nacional tras su victoria en Galicia
Alberto Núñez Feijóo, acompañado por la presidenta del Partido Popular en Cataluña, Alicia Sánchez-Camacho, entra en la sede madrileña del PP, ayer, para asistir a la reunión del Comité Ejecutivo Nacional tras su victoria en Galicialarazon

MADRID- Todo hace indicar que las elecciones vascas y catalanas marcarán un antes y un después en la estabilidad del actual modelo autonómico. El problema económico sigue ahí, pero en paralelo el Ejecutivo asume que puede verse obligado a reforzar el discurso y su gestión política ante la crisis del modelo de Estado que las urnas pueden propiciar.

Todo depende de los ritmos y de hasta dónde CiU esté dispuesta a elevar el listón, ya que su calendario puede tener un efecto dominó sobre el nacionalismo vasco. En el PP catalán, por ejemplo, lo tienen claro. O al menos son más transparentes a la hora de reconocer que la «aventura» en la que se ha embarcado Artur Mas no tiene marcha atrás y que, por lo tanto, las elecciones del 25 de noviembre no serán el final de un proceso, sino el principio del mismo.
En las filas populares se reconoce que el escenario político que se abre por delante puede obligar a introducir cambios en la gestión y en el discurso del Gobierno. Hasta ahora todo lo ha dominado la economía y, de hecho, Rajoy se ha rodeado de un Gabinete más técnico que político. Sin embargo, la crisis en el modelo de Estado puede obligar a fortalecer un flanco que hasta ahora no ha sido el dominante en la estrategia gubernamental. El peso de la relación con Cataluña y con el País Vasco lo llevará la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría. Ya lo ha venido haciendo en el Parlamento y también ella ha sido la que ha fijado en las últimas semanas el guión del mensaje político en sus comparecencias tras las reuniones del Consejo de Ministros. En el entorno de Rajoy descartan categóricamente que el presidente vaya a hacer cambios en su equipo para reforzar la respuesta al nacionalismo catalán y vasco tras las elecciones de este otoño. Para ello, por ejemplo tendría que quitar poder al ministro Cristóbal Montoro –de quien depende la cartera de Administraciones Públicas, pero rebajada a la categoría de Secretaría de Estado–, una hipótesis que descartan fuentes solventes. En cuanto al reparto de poder en Génova, el vicesecretario de Política Territorial, Javier Arenas, ha vuelto a «instalarse» en Madrid, después de ceder el testigo del liderazgo del PP en Andalucía tras las pasadas autonómicas. Estará más presente en la política nacional e intensificará su dedicación al área orgánica que dirige. Pero en Moncloa descartan cambios que vayan más allá de ahí. «Salvo una situación excepcional, que requiera medidas excepcionales, Rajoy prefiere la estabilidad», precisan. El presidente defiende administrar la ofensiva soberanista con «prudencia, inteligencia y cumpliendo la ley». Y sobre las elecciones catalanas ayer proclamó ante su Ejecutiva: «Esta partida vamos a jugarla y ya veremos a ver qué pasa». La campaña combinará la defensa de la Constitución y de la pluralidad española.