Londres
Gasolina de aire
Air Fuel Synthesis es la primera empresa con intención de comercializar a partir de 2015 metanol, mezcla de dióxido de carbono atmosférico y el hidrógeno de la molécula del agua. La electricidad necesaria tanto para la captura del gas como para la electrólisis procederá de energías renovables. El equipo investigará cómo reciclar el CO2 de centrales como las de carbón
Con la convicción de que la transición hacia combustibles sostenibles es imparable, la empresa inglesa AirFuelSynthesis se puso a trabajar hace tres años para acelerar el proceso natural de conversión del CO2 en petróleo: «EE UU consume alrededor de 22 barriles de crudo por persona y año y China, a su ritmo de crecimiento y pronto alcanzará el 46 por ciento de la demanda diaria de crudo, si tenemos en cuenta que se esperan 200 millones de habitantes para 2030», explica Graham Truscott, jefe del departamento de relaciones con los inversores de Air Fuel Synthesis Ltd. En este tiempo han conseguido mover un scooter con una mezcla de CO2 e hidrógeno y ahora se plantean extender la producción de su combustible «de aire» en una planta industrial.
La idea no es nueva, según estudios del programa de Investigación Ambiental, Desarrollo y Educación para una nueva Economía, organizado por la Universidad del Norte de Arizona, la teoría de captar el CO2 de la atmósfera y juntarlo con hidrógeno para obtener metanol se remonta a 1930, aunque Air Fuel Synthesis es la primera empresa con un plan para montar una planta piloto y desde que han anunciado sus resultados y sus próximos pasos cuentan «con dos inversores, aunque nos han contactado cientos por internet mostrando interés», explica Tony Marmont, profesor de electrónica de la Universidad de Loughborough (Reino Unido) y fundador de la empresa. Apuestan por mercados de difícil acceso, como los de las islas, y en un segundo nivel, por sectores donde el gasto económico y la normativa obligan a buscar soluciones alternativas como los deportes de motor o aplicaciones militares. Durante una conferencia celebrada en Londres, Tim Fox, jefe de energía y medio ambiente del Colegio de Ingenieros Mecánicos (organizador del evento) presentó el proyecto en estos términos: «Lo bello del petróleo de aire es que efectivamente se recicla el CO2 evitando nuevas emisiones de transporte».
Durante el primer piloto, la empresa ha conseguido fabricar cinco litros de metanol con el siguiente esquema: se captura el aire de la atmósfera y se introduce en un torre que contiene hidróxido de sodio; éste reacciona con el CO2 formando carbonato sódico. En este punto, una carga de electricidad se encarga de atravesar el carbonato y liberar el CO2 para su almacenamiento. Un deshumidificador condensa el agua del aire y gracias a un proceso de electrólisis, en el que se vuelve a usar electricidad, se separa el hidrógeno del oxígeno.
Ambas sustancias se juntan y reaccionan creando un gas que se procesa para producir metanol, «se introducen en un reactor a alta presión y temperatura y con algún catalizador; una sustancia que acelera o frena una reacción química. En este caso acelera la producción del hidrocarburo», explica Emilio Morán, del departamento de Química Inorgánica de la Universidad Complutense de Madrid. Como apunta la empresa, la electricidad utilizada fue la que proviene de la red eléctrica, pero su intención es en un futuro engancharlo a alguna planta de producción renovable, concretamente de aerogeneradores o hidroeléctrica, «para asegurar que la producción está libre de emisiones», explica Marmont.
Sin embargo, la empresa no descarta aprovechar otras fuentes de electricidad como las plantas nucleares y sería precisamente en los picos de producción donde, como alternativa al almacenamiento, se podría usar la electricidad para la electrólisis. También están convencidos de que sería interesante que el CO2 se reciclara de alguna central de producción energética ya existente, como centrales de carbón, lo que evitaría dedicar grandes áreas de terreno destinadas a producción alimentaria a la producción de biodiésel. De momento, el montante para esta prueba ha sido de dos millones y medio de euros. Y ahora aseguran que, con la debida financiación, montarían plantas de producción de entre cinco y diez litros en unos 18-24 meses y producir metanol u otros productos como gasolina sintética.
Hasta ahora han conseguido mover el motor de un pequeño vehículo: «Hemos usado el combustible en un pequeño scooter sin tener que adaptarlo ni modificarlo. Lo he llevado yo mismo varias veces pero en las próximas semanas lo vamos a probar en un vehículo más grande sin adaptar el motor», explica Truscott. Para 2015 quieren tener lista una primera planta con capacidad para producir una tonelada diaria, «que utilizará 3 MW para 1.200 litros de producción diaria, 3,93 toneladas de CO2 y 0,54 toneladas de hidrógeno, respetando una proporción aproximada de 3:1», explica Marmont.
Balance energético
El equipo admite que este primer piloto ha pretendido mostrar sólo la viabilidad del proyecto y que ahora les queda hacer ver que el balance energético es favorable, es decir, mejorar el proceso de tal manera que la energía consumida para la producción de este combustible sea menor que la energía (movimiento) final generada. Por eso su solución pasa por engancharse a una planta renovable: «El balance energético debe ser desfavorable porque el hidrógeno necesita mucha energía para que se descomponga. A nivel teórico no son los inventores pero si están pensando en una planta piloto es porque le han visto posibilidades industriales», opina Morán. «Nuestro primer balance energético es bastante bueno; usamos sólo 2kw/h para producir 1kw/h porque hemos trabajado durante tres años en mejorar el proceso», explica Marmont.
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