Feria de Bilbao

Iván Fandiño entra en Madrid

Comenzar la corrida bajo la lluvia no sabíamos si era una irresponsabilidad o una locura. Hacía más de hora y media que había empezado a caer y no tenía pinta de abrir. Nos alegraríamos después. Justo después de ver a dos toros buenos de El Montecillo, divisa de Paco Medina que tomaba antigüedad ayer, y la entrega ilimitada de Iván Fandiño.

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Alejado del circuito del miedo, del terror, de la batalla heroica, pudimos ver al vasco embarcar la embestida por naturales, acompasarse, gustarse, asentadas las zapatillas en el barrizal del ruedo de Madrid, que aguanta como pocos el diluvio. La versión clásica. La versión verdadera que mantiene aun cuando las cosas se ponen difíciles, pero esta vez para deleitarse él y demostrar a Madrid que también encuentra el toreo en esos caminos. Supo Fandiño que el Montecillo tenía calidad en el viaje y ni una embestida desperdició.

Por naturales puso el primer peldaño a la faena con una buena tanda y abundó hasta que el toro fue perdiendo gas, boyantía. Lo había crujido desde el principio. Cambió de mano, un quintal debía pesar la muleta cargada de barro, y lo intentó por la diestra. Se había venido a menos el toro, pero sacó ahí Fandiño inteligencia para rematar con unas bernadinas de cortar el hipo por lo ajustadas que le quedaron. Subió la temperatura. Ni lluvia ni paraguas. La atención para el torero era total. En la suerte suprema se jugaba un premio de justicia. Se tiró recto a matar y dejó en la yema un estoconazo. Cortó una oreja con aplomo.

Se sabía que por primera vez en lo que va de feria, y por convicción de la plaza, la puerta grande estaba a medio abrir. Se duplicó la expectación ante el quinto. Con un pase cambiado en el centro del ruedo comenzó la faena. Aquella movilidad del toro resultó pasajera y engañosa. El animal optó por meterse por dentro y poner las cosas difíciles a un Fandiño que se la jugó en un arrimón de torero serio, y aunque a hombros no se fue, dejó la puerta abierta para volver.

A Uceda Leal le tocó el toro más completo de la tarde, el primero. Tuvo veinte arrancadas el animal para fundirse porque transmitía. Dejó el madrileño los mejores pasajes en las primeras tandas al natural, ligadas y bonitas, y un derechazo, muy largo y templado. Estuvo muy correcto, sí... pero faltó redondear para que las cuentas arrastrado el toro sumaran a favor. ¿Serían los paraguas o el abrir plaza? Qué sé yo... Con el rajado cuarto no estuvo a gusto y ante las complicaciones desistió.

Al manchego Miguel Tendero la corrida de El Montecillo no le dejó el menor resquicio para salir de Madrid con mayores reconocimientos. Nada pudo hacer con el desfondado tercero y el sexto, que acudió al engaño muy desigual, tampoco mejoró sus opciones. Iván Fandiño se fue con la taleguilla teñida de sangre y barro. Había sudado el vestido y Madrid se le había entregado.

Las Ventas (Madrid). Quinta de San Isidro. Se lidiaron toros de El Montecillo, bueno el 1º, con mucha clase el 2º aunque durara poco, descastado el 3º, manso y rajado el 4º, deslucido y con peligro el 5º, y descastado el 6º. Casi Lleno. Uceda Leal, de grosella y oro, estocada desprendida (saludos); estocada (silencio). Iván Fandiño, de azul pavo y oro, estocada (oreja); estocada (saludos). Miguel Tendero, de malva y oro, pinchazo, estocada (silencio); media, estocada delantera (silencio).