Se llama Merlín y es un gato Ragdoll, una raza americana que en español significa muñeco de trapo. Tal y como cuenta Eduardo, su dueño, estos gatos se denominan así porque parecen peluches. «Cuando coges a Merlín por la piel, relaja todos sus músculos y se deja caer como si fuera un juguete». Su propietario afirma que tiene un carácter muy parecido al de los perros. Por eso cuando quiere comer le lame el brazo, o cuando vienen invitados nunca se esconde. «Siempre está en primera línea observándolos». Merlín tiene cuatro años y vive encantado en un piso en Madrid, ya que es el rey de la casa. Muy juguetón, está acostumbrado a pasar horas dentro de su túnel de colores rojiblancos. «Creemos que es del Atlético de Madrid. Es fiel sólo a esos colores». Merlín también es muy madrugador. A las siete de la mañana como ya tiene hambre se sube a la cama de su dueño y le lame el brazo para que le dé el desayuno. «¡Y no le importa que sea sábado o domingo, siempre te levanta a la misma hora!». Y para pedir caricias tiene su propio método. Se tumba en el suelo viendo el techo y te mira para que le rasques.