Opinión

Antes de agosto

Los monclovitas más aventajados han concluido que el único camino es el de las elecciones, pero Sánchez no quiere ni oírlo

Sesión de control al Gobierno en el Congreso de los Diputados. Comparecen el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, María Jesús Montero Cuadrado, Yolanda Díaz, Pilar Alegría, Félix Bolaños, Fernando Grande Marlaska, Luis Planas, Carlos Cuerpo, Mónica García, Pablo Bustinduy, Elma Saiz, Margarita Robles y por el PP, Alberto Nuñez Feijoo y Cuca Gamarra.
El presidente del Gobierno, Pedro SánchezAlberto R. Roldán La Razón.

ERC y Junts ya han dejado clara su postura: dan a Sánchez por amortizado, pero le van a mantener hasta que ya no quede tajada que rebanar. Cuanto peor para el Estado, mejor para ellos. En algo parecido está el PNV, mientras que Sumar se descompone por contagio del PSOE. Sánchez no ha tenido un buen comienzo de semana. En política exterior, que tanto le ha lucido durante la legislatura, recibió un importante revés de Rutte. El secretario general de la OTAN dejó en evidencia una nueva mentira del presidente en relación al gasto en Defensa. Hay que ajustar mejor el traductor.

Al mismo tiempo, acudían al Supremo Ábalos y Koldo, los hombres del presidente que saben demasiado. En Moncloa contuvieron el aliento y se alegraron de que, finalmente, decidiesen guardar silencio, pese a lo que había anunciado Ábalos el viernes. Sin embargo, lo más probable es que la declaración del exministro y el silencio del asesor se enmarquen en la negociación con la Fiscalía. Se juegan muchos años de cárcel y guardan, como oro en paño, presuntas pruebas incriminatorias para varios cargos públicos e, incluso, dejan entrever que del propio Sánchez.

En estas condiciones es imposible gobernar, siquiera mantener la legislatura un par de meses. En el entorno presidencial son conscientes y han empezado a diseñar propuestas de política ficción. Desde el círculo de Zapatero han llegado a proponer la dimisión de Sánchez y la investidura de Illa. Pensar que eso calma las aguas es del todo infantil. Los monclovitas más aventajados han concluido que el único camino es el de las elecciones, pero Sánchez no quiere ni oírlo y sigue empeñado en resistir.

Como es habitual cuando cae un líder, los más sanchistas ya han dejado de serlo y han empezado a sondear otras aguas en las que navegar. Antes de que acabe el verano, Sánchez verá como los suyos, los que hayan escapado de ser imputados, le llevan al patíbulo.