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Sarkozy amigo y aliado

La Razón
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La imposición del collar del Toisón de Oro al presidente de la República de Francia expresa, con toda la fuerza que contienen los símbolos, la privilegiada relación entre ambos países, unidos como estamos por vínculos que van mucho más allá de la economía, la lucha contra el terrorismo o el turismo. Con nuestros vecinos del norte compartimos también los avatares comunitarios y una visión común de la organización internacional. Que a la ceremonia asistieran los ex presidentes González, Aznar y Zapatero, además de Rajoy y el Príncipe de Asturias, revela la trascendencia de la misma. Sin embargo, no siempre ha existido comprensión recíproca ni, sobre todo, lealtad por parte de París. Hubo etapas en las que se despreció el sufrimiento que causaba el terrorismo y otras en las que se vulneraron legítimos derechos españoles en beneficio de terceros. No ha sido el caso de Nicolas Sarkozy, un gran dirigente político y un excelente gobernante que ha interpretado correctamente la alianza con España. Nada mejor que la lucha contra el terrorismo de ETA para demostrarlo. La banda no estaría en franca retirada si París no se hubiera comprometido de lleno en su persecución y desarticulación. Lo expresó ayer el presidente francés con brillante rotundidad al proclamar que en la lucha contra los terroristas no hay Pirineos. Además, Sarkozy tuvo el especial acierto de rendir homenaje a las víctimas, a las que dijo «haber tenido como norte» en su política de cooperación con España. Resulta altamente aleccionador que, frente a quienes en España pretenden marginar a las víctimas y relativizar su sacrificio, sea el presidente de Francia quien las reivindique y las sitúe en el corazón de la lucha contra ETA. Además de la cooperación policial y judicial, el Rey destacó ayer del gobernante francés su voluntad de superar viejas rivalidades para hacer de España y Francia dos sociedades felizmente hermanadas que trabajan juntas en Europa. Delicada y ardua tarea. La reforma de la compleja maquinaria de la UE, actualmente en proceso, exige alianzas sólidas para que el resultado final no perjudique a nuestro país. Si queremos compartir destino con Francia y Alemania debemos, además de hacer los deberes domésticos de austeridad y crecimiento, anudar compromisos fuertes con los actores de primera línea. Es de agradecer que el presidente francés haya gestionado para España un asiento en la mesa del G-20, pero el frente común debe ir más allá de lo meramente representativo, de forma que haya un acompañamiento común en las políticas contra la crisis económica y en la reactivación del proyecto europeo. Nicolas Sarkozy se enfrenta dentro de pocos meses a unas reñidas elecciones presidenciales. Sería bueno para España que revalidara su mandato. En todo caso, la buena semilla que ha sembrado dará frutos durante años.