Constitución

Bono se va sin gritar «Viva España»

Bono invitó ayer a comer a los presidentes de las Cámaras, al del Gobierno entrante y al saliente
Bono invitó ayer a comer a los presidentes de las Cámaras, al del Gobierno entrante y al salientelarazon

MADRID- Era su última fiesta, su último discurso institucional, su último baile como anfitrión… Y, contra todo pronóstico, no proclamó ese «¡viva España!» que él cree imprescindible en todo parlamento de quien aspire a ser secretario general del PSOE. Será porque él no está ni se le espera en la carrera por el liderazgo. O será porque le bastó con esa declaración de que se va queriendo más a España. En medio de la tormenta socialista y el tsunami económico-financiero, el todavía presidente del Congreso pidió unidad en lo esencial como única forma de evitar el peligro que acecha a España. Un tímido recordatorio de que el de ayer era el primer 6 de diciembre constitucional en el que nuestro país vive «ya sin la amenaza del terror criminal de ETA», y el resto de su parlamento con motivo del XXXIII aniversario de la Constitución lo dedicó al nuevo tiempo político, a las despedidas y a las bienvenidas. La primera referencia, claro, al todavía presidente del Gobierno en funciones: «Cuando la mar se calme, la tempestad amaine y con la perspectiva, señor presidente, que da el tiempo se puedan distinguir las voces de los ecos, contemplaremos en toda su dimensión tu obra de gobernante. Has dado a España lo mejor de ti en un tiempo difícil, y los españoles son generosos y han de saber apreciarlo como te mereces. Gracias por tus desvelos. Salud y éxito en tu vida personal y familiar». La segunda, al próximo presidente del Ejecutivo para desearle «acierto en tus decisiones» y que «tu navegación sea fecunda y constructiva». Hechas las menciones obligadas, Bono anheló para Mariano Rajoy «el apoyo necesario en los momentos de adversidad, tan necesario como difícil conseguirlo del adversario político». Y es que quien tantas veces ha clamado por el consenso y los acuerdos de Estado no podía dejar de hacerlo en su última fiesta, porque dijo estar seguro de que «quien en esta hora no arrime el hombro no estará a la altura política y moral que exigen los españoles que nos reclaman unidad: ¡caminen juntos, pónganse de acuerdo!». Mensaje pues, sobre todo, a PP y PSOE, a quienes recomendó que si para el acuerdo hace falta memoria, «bebamos de la fuente de la memoria. Pero si para llegar a entendimientos y acuerdos fuera menester olvidar, bebamos entonces de la fuente del olvido».

Y dijo todo esto mirando los retratos circulares que adornan el salón de los Pasos Perdidos, a Castelar, Bravo Murillo, Figueras, Calatrava… y preguntándose ante el auditorio ¿quién de ellos era de izquierdas?, ¿quién de derechas?, ¿quién liberal o conservador?, ¿qué nos importa hoy en nuestras vidas cotidianas las diferencias ideológicas entre Maura y Sagasta, o entre Argüelles y Alonso Martínez?

Cuando la próxima semana se inicie un nuevo tiempo, que cada cual coja con ganas las riendas de sus responsabilidades, pero clamó «trabajad con ímpetu y altura de miras. Ése es el mandato constitucional que hoy recordamos. Es, en definitiva, una llamada a trabajar honestamente por el todo, por encima de las partes», que es la precisión que hizo Tomás y Valiente, antes de morir asesinado por ETA. Genio y figura.