Novela
El ADN
Dos frases lapidarias: la fuerza del ADN es inexorable, y la estupidez mental de un hombre profundamente enamorado sólo es comparable a la estupidez mental de una mujer profundamente enamorada. Esto es así, vean si no a Sean Lennon lanzando su primer disco en comunión con su novia, la guapa modelo Charlotte Kemp como ya hiciera su padre con la inefable Yoko Ono. En mi familia sobrenombramos a las personas que desunen con el nombre de la viuda de aquel Beatle separado de sus compañeros por el amor de una mujer. Ahora su nene sigue los mismos pasos, haciéndose fotografiar con su novia desnuda, justo al revés que su padre, cuando posó en actitud fetal al lado de su oriental mujer. A la joven pareja no le gusta la comparación, pero le sacan todo el partido que pueden. Hacen bien ya que lo tienen que padecer, que expriman el limón hasta sacarle la última gota de jugo. Lo que me gusta de ella es que toca el cello, un instrumento bellísimo, misterioso y romántico; también el piano, el acordeón, que no le pega nada, y el triángulo. Sean, a la guitarra, compone música retrofuturista, que seguro que no sabe lo que es, pero es feliz con este montaje de vida y al lado de la mujer que lo seduce desde hace cinco años con esa «forma superior de hacer el amor» de la que blasona. Pues que sean felices. Y que coman perdices.
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