Desarme de ETA

Inteligencia y perseverancia por Alfonso Merlos

La Razón
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Las víctimas del terrorismo ni son radicales ni son ultras. Hay quien no lo ha entendido porque ni quiere, ni puede, ni sabe; porque le falta grandeza o porque adolece de falta de patriotismo o de humanidad. Los que han caído por el terror y las bombas conforman la base moral de nuestra democracia. Y si se debilita su fuerza moral, si decaen como referencia, si son relegadas al ostracismo, el Estado de Derecho avanzará hasta su quebrantamiento. Hemos de escucharlas. El Gobierno está en la obligación de hacerlo. Y ellas están en su derecho de albergar un sentimiento de traición y desazón. Hay que entender que sientan un varapalo ante el Plan Integral de Reinserción de etarras. Como hay que entender cuál es la posición del PP en este momento histórico: va a ser intolerable el olvido y la marginación de quienes más han dado por España; y nadie va a orillar en la cuneta el testimonio ético y moral que tan fundamental ha sido para achatarrar a una execrable organización asesina.

Ésa es la posición de Interior y ése es el marco desde el que se va a encarar una etapa en la que no habrá sitio para la negociación política, ni para la amnistía, ni para la impunidad. Porque, después de medio siglo de actividad delictiva, el partido de Miguel Ángel Blanco no está dispuesto a dejarse arrastrar hasta el lodazal de la indignidad y la indecencia. Tan arriesgado es sentenciar que Rajoy está reanudando el proceso de rendición iniciado por Zapatero como establecer que a los parientes de quienes han dado su vida por España y la libertad se les mantiene al tanto de los pormenores en esta delicadísima etapa. Es vital que quienes estamos comprometidos en el aplastamiento irreversible de una miserable banda de alimañas entendamos: primero, que un gobierno fuerte no puede premiar a quienes han perseverado en el camino de una criminalidad que termina rindiendo frutos; y segundo, que sólo las convicciones marmóreas de los demócratas podrán llevar a la pura inanición a una miserable partida de verdugos. Sólo desde la unión será posible la victoria. Echemos el resto desde la inteligencia, el coraje y los principios.