Túnez
A Rusia o a Qatar por Juan Roldán
Antes de que le pase lo que al coronel Muamar Gadafi cuando se negaba a abandonar Libia después de cuarenta años de poder dictatorial y haber recibido una intervención militar de Naciones Unidas y de la OTAN y terminara ejecutado por su propio pueblo, el dictador sirio, Bachar al Asad, se encuentra estos días haciendo las maletas. Su recorrido en los últimos meses ha sido todavía más sangriento a la hora de eliminar a civiles inocentes, mujeres y niños, sin prácticamente ninguna resistencia hasta última hora en que una acción procedente de su propio Ejército parece estar decidida a salvar al país de las garras del dictador. Como ocurrió en Túnez, Egipto, Yemen o Libia, el desenlace de las respectivas Primaveras Árabes, ha tenido un denominador común: la salida del poder definitivamente de sus dictadores que habían permanecido más de 30 años en el poder.
En el caso de Siria, el paradero de Asad y su familia una vez que abandone el poder está siendo estudiado por la Liga Árabe y por su principal aliado fuera de Oriente Medio, Rusia. La prensa rusa recogía hace unos días que con los 7.000 millones de dólares que Asad puede traer consigo al salir de Siria, el presidente Putin lo acogería con los brazos abiertos. El dictador sirio no puede exiliarse, después de haber cometido crímenes de lesa humanidad sobre su población, en ningún Estado que cumpla con los acuerdos del Tribunal Penal Internacional (TPI) para ser juzgado por esos crímenes, que además no prescriben nunca. A parte de Rusia, se baraja como país de acogida algún Estado del Golfo Pérsico.
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