Terrorismo

Creatividad judicial

La Razón
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De Juana mató a veinticinco ciudadanos y cumplió dieciocho años de cárcel. Troitiño asesinó a veintidós y ha estado en prisión veinticuatro años. La cuestión de los beneficios penitenciarios es una de las grandes heridas sangrantes de la democracia española y no tiene ninguna justificación. De nada sirve ese galimatías jurídico con el que se les hincha la boca a los leguleyos del disparate, a los expertos de la chapuza, a los vendepeines de la injusticia. Si De Juana sigue de gira irlandesa y Troitiño va a poder usar su capucha de etarra para las procesiones de esta Semana Santa; si estamos asistiendo a un culebrón de excarcelaciones; si se nos cuenta como algo normal que el Supremo y el Constitucional tienen «diferentes doctrinas» para los asesinos en serie y que la Audiencia Nacional duda hamletianamente todas las mañanas entre seguir la del uno o la del otro, es porque no hay voluntad, por parte del Gobierno, de que el delito de terrorismo tenga un enfoque unitario y cabal en este país, o porque hay la voluntad opuesta de que siga constituyendo un material artístico para la creatividad de la judicatura. Pero el cumplimiento de una pena no da para tanta creatividad. Es objetivo. Como el hecho –no la opinión– de que De Juana ha cumplido, por asesinato, menos de ocho meses y Troitiño algo más de un año. ¡Realmente originales!