San Sebastián
La mala conciencia
Tiene bemoles ver ahora a «llámame-Alfredo» lamentándose del nefasto resultado de la operación Bildu: no sólo gobiernan un centenar de consistorios vascos y gestionan decenas de millones de euros, sino que además controlan la Diputación Foral de Guipúzcoa, la recaudación de impuestos, el reparto de ese dinero público y las finanzas, la información y hasta la Policía Local de San Sebastián. Ya hemos visto estos días que el terror ambiental ha vuelto a las calles, y que las amenazas y la censura se han implantado en localidades como Elorrio o Lasarte, donde han desaparecido de inmediato la bandera de España, el retrato del Rey, la Constitución y demás símbolos del Estado, convenientemente sustituidos por cartelería proetarra, fotos de presos y propaganda basura sobre la independentzia, Euskalherria y demás entelequias del abertzalismo integrista.
Todo lo anterior era previsible, porque a éstos ya los conocíamos de antaño: sus consignas, métodos, formas de actuar y vinculación siniestra con el pistolerismo étnico. Se sabía porque siempre había sido así y porque las Fuerzas de Seguridad, en sus informes sobre Sortu, Bildu y lo demás, advirtieron de las vinculaciones directas e indirectas con la banda, de la estrategia diseñada para engañar al Estado y del montaje perpetrado con el único fin de volver a las instituciones.
Lo sabíamos y lo sabía Pérez Rubalcaba, o sea, «llamadme-Alfredo», quien pese a todo urdió un plan malévolo y oscuro para aparentar que estaba en contra de lo que en realidad estaba a favor, incitando a que los jueces «progres» del Tribunal Constitucional, es decir, «sus jueces», tumbasen la resolución del Tribunal Supremo que impedía a Bildu concurrir a las elecciones, al menos en tanto no se demostrara su desvinculación total del mundo de ETA.
Los magistrados «afines», con la excepción honrosa de Manuel Aragón, siguieron las instrucciones del vice-one y sus votos permitieron que los proetarras, diluidos dentro de una coalición alkartasuno-comunista, fueran «legalizados» obteniendo un resultado espectacular el 22-M.
Al ver el desastre, a nuestro admirado triministro le ha entrado un ataque de «mala conciencia» y ha llegado a decir que «se podían haber hecho mejor las cosas». Y tanto. Se podía haber evitado que quienes no creen en la democracia usen los instrumentos democráticos para acabar con ella. En Alemania los nazis no se pueden presentar a las elecciones porque son nazis, totalitarios, violentos y contrarios al sistema de libertades. Los proetarras son igual de violentos y totalitarios, pero aquí, gracias a Alfredo y las señorías de su cuadra, los hemos metido en las instituciones con todo el poder y el dinero que necesitan para sus actividades.
Quizás por eso también estos dos jueces que votaron a favor de Bildu quieren ahora irse del TC. Dicen que es por otros motivos pero lo que en realidad les debe pesar en la conciencia es este espectáculo lamentable de los batasunos otra vez campando a sus anchas por las calles de los pueblos de las comarcas de las provincias vascas.
Gracias, por supuesto, al «voto político» de tales magistrados evidentemente «políticos». Y a la última genialidad del malvado Rubalcaba.
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