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Pamplona

Yo Leonor por María José Navarro

He visto al abuelo manejándose con las muletas esas que tiene que llevar e, inmediatamente y por supuesto, he llorao porque quiero unas iguales. Por supuesto también mi madre ha dicho que ni hablar porque no está el país para dispendios, pero como a mi edad no sé lo que es un dispendio ni aún lo doy en el colegio, pues me toca un pie.

Don Juan Carlos, tras ser operado de la rodilla
Don Juan Carlos, tras ser operado de la rodillalarazon

No descarto que mi padre claudique porque yo a mi padre le hago una caída de ojos como es debido y ese hombre es un caniche toy, pero vamos, que con dos noches que no duerma bien y se me pongan las ojeras como a un oso panda, esas muletas caen, fijo. Por lo visto, desde que el subditerío se las vio al abuelo se han agotado y se me ha ocurrido que podríamos servir de imagen de cosas que se vendieran como churros y, así, ayudar a las tiendas y eso. Porque yo soy más mala que el sebo pero tengo unas ideas que va a temblar el basto cuando sea mayor.

Se me ha ocurrido, por ejemplo, que mi padre anuncie, dada su intensa actividad, colchones Lo Mónaco. A mi tito Iñaki parece que no hay que animarle mucho para que se deje patrocinar a juzgar por la trayectoria que me lleva últimamente, así que ahí tengo el trabajo hecho. Me cuesta más lo de mi madre y la patata de hermana que me han tocado en suerte, pero yo creo que en Esbeltic Model tienen el «antes» y el «después» a tiro. Yo estaría dispuesta al «Farmatint», con este mechón que luzco en la frente que quita el sentido, o top model de uniformes de colegio, porque a clase voy de parar el tráfico. Mi hermana, por cierto, también se ha pedido unas muletas, pero yo he propuesto que le compren un remolcador, que nos sale más a cuenta, o bien, que conduzca un tráiler alemán pero estilo Picapiedra.

He dado todas estas ideas a mi madre y ahora estoy, cómo no, castigada. A lo mejor castigada hasta para siempre, según me ha comunicado mi madre al oído. Total, que entre bronca y bronca he exigido que me manden a un campamento este verano, que estoy harta de ir en barco, que me mareo como una perra y adivinen. Pues que no. Como le he dicho luego a mi padre cuando ha venido a taparme, porque en la cama doy más vueltas que un zompo: vais a dar lugar a que acabe como la muchacha esa que te abordó en Pamplona. Para qué queremos más, señores. Mi padre se lo ha contado a mi madre, mi madre ha venido, se ha despertado mi hermana y ha pedido un brazo de gitano, se ha montado un pollo, que si no hacemos carrera contigo, y, por fin, he tenido mi minuto de gloria. ¿No, papi?