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De Chile (1962) a Alemania (1974): dos de cuatro para Brasil

Paul Breitner recuerda cómo Alemania acabó con la «Naranja mecánica»: "Holanda se equivocó al no matarnos". Brasil brilló en 1970

La Razón
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Cuatro mundiales con algunos de los mejores jugadores de la historia en los que se pasó de las tácticas defensivas al espectáculo de Brasil y Holanda. Chile, 1962«Dentro de 400 años, cuando la gente hable de fútbol, tendrá que mencionar a Garrincha», dijo Joao Saldanha, un periodista que llegó a ser seleccionador de Brasil. Con Pelé lesionado en el segundo partido, la «canarinha» se puso en manos del mejor regateador de la historia. Garrincha puso luz a un Mundial con entradas brutales y en el que las defensas se impusieron a los ataques. El partido entre Chile e Italia es recordado como «La batalla de Santiago»: puñetazos, narices rotas y dos italianos en el vestuario antes de tiempo. Uno de ellos fue Ferrini, que se negó a abandonar el campo y tuvo que intervenir la Policía. Brasil eliminó a Chile en semifinales (4-2) y Garrincha fue expulsado. El gobierno brasileño mandó una carta a la FIFA para que no sancionaran a su estrella. Jugó la final, en la que vencieron a Checoslovaquia por 3-1. Inglaterra, 1966La Jules Rimet, la Copa del Mundo, fue robada cuatro meses antes del comienzo del torneo. Estuvo siete días desaparecida hasta que el perro Pickles la encontró envuelta en periódicos en el jardín de una casa. Los inventores del fútbol ganaron por fin un Mundial, el jugado en su casa, el más polémico. La Inglaterra de Bobby Charlton venció a Argentina en cuartos (1-0). Rettin fue expulsado, según el árbitro, porque el jugador lo «miró con malas intenciones». La albiceleste amagó con abandonar el choque y Rettin rompió en la banda un banderín de córner con la bandera inglesa. La final fue más escandalosa. Inglaterra venció a Alemania en la prórroga con un gol de Hurst que no fue.México, 1970Brasil, que había perdido en la primera fase en 1966, llegó a su clímax en México, el primer Mundial en el que se permitieron dos cambios y en el que se implantaron las tarjetas. La «canarinha» llegó a la cita entre dudas, con cambio de técnico (Zagallo sustituyó a Saldanha) tres meses antes de que empezara. En el campo no hubo discusión, fue la coronación de Pelé, que logró su tercer título y dejó dos de sus jugadas más recordadas: el amago al portero uruguayo sin tocar el balón y el tiro desde el centro del campo ante Checoslovaquia. Son inolvidables, pese a que ninguna acabó en gol. Brasil ganó todos sus partidos con su «jogo bonito» y no dio opción al «catenaccio» italiano en la final (4-1).Alemania, 1974«Nos marcaron el primer gol sin que tocáramos el balón, un comienzo como no recuerdo en mi carrera», dice el alemán Paul Breitner, ex jugador del Real Madrid. Cruyff cogió la pelota tras el pitido inicial de la final del Mundial de 1974 y llegó hasta el área rival, donde lo derribaron. «En ese momento quería salir del campo, irme a casa, que todo acabara», continúa Breitner. El fútbol total de la «Naranja Mecánica» holandesa había arrasado hasta ese partido definitivo: en el camino dejaron a Brasil y Argentina. «Y la afición holandesa, al comienzo, cantaba como si fuera la "Oktoberfest", la fiesta de la cerveza, como si ya hubieran ganado. Y Holanda, tras el 1-0, se equivocó al no buscar el segundo, al no "matarnos". Comenzó a jugar de cachondeo, para demostrar su calidad, y cuando pasaron 10 ó 15 minutos empezamos a respirar, a pensar que podíamos sobrevivir», asegura Paul Breitner. Antes del descanso, Alemania ya mandaba 2-1. Muller marcó el segundo y Breitner, de penalti, el primero: «No me tocaba tirarlo, pero me sentía fuerte. Cogí el balón, me obligué a no pensar en nada para no fallar, y marqué. En los primeros 20 minutos de la segunda parte, ellos tuvieron 5 ó 10 ocasiones, después fue más fácil».Alemania Federal sólo perdió un partido, contra su vecina Alemania Democrática, un duelo histórico. «Pero la mejor selección era Polonia, una mezcla perfecta de jóvenes, veteranos, técnicos y que sabían luchar. Contra ellos disputamos la "Batalla del agua"en semifinales. No se podía jugar, ni andar, el comienzo se retrasó 45 minutos. Nosotros sabíamos jugar con el césped lleno de agua y ellos quisieron jugar como en cualquier otro campo. Cuando se dieron cuenta, era tarde», rememora Breitner, que cita la clave de su éxito: «En España, por ejemplo, a los niños les enseñan a divertirse. En Alemania, a ganar».