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Ay soledad

La Razón
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Durante algunas horas, incluso durante algunos días parecía que el presidente Zapatero se recomponía en lo mediático después de unas semanas y meses muy duros en los que ha sufrido la dureza del poder, de la crisis y del desgaste de un encantamiento que ya nadie encuentra por ninguna parte. El respaldo protocolario del Consejo Europeo, el apoyo interesado del FMI, la llamada bajo control de Obama han sido utilizados desde Moncloa como grandes mensajes de que la economía española iba en la dirección correcta, y aunque la canciller Merkel no se ha andado por las ramas, pretendían hacernos creer que todo era una cuestión de envidias de Alemania.En fin, aguas tranquilas, unos pocos días más cerca de la ficción que de la realidad. Pero la vuelta a la crudeza ha sido tan rápida como concluyente. La convalidación del decreto sobre la reforma laboral este martes en el Congreso ha certificado hasta a los más entusiastas que este Gobierno y Rodríguez Zapatero en particular viven en la más absoluta de las soledades. Están solos. Se han quedado más solos que la una. Ya nadie quiere su compañía que se ha convertido en algo dañino, peculiar y de pura ficción política. Un político y más un presidente del Gobierno puede vivir muchas situaciones complicadas. No hay ninguna duda. Pero cuando se encuentra de bruces con la soledad, conoce de cerca lo que es la crudeza del poder. Zapatero está arrinconado. Vive arrumbado intentado salir de un laberinto que él mismo se ha construido y que no tiene salida posible. Y lo peor de todo: está solo. Una soledad que ya no tiene solución y que le condena a estar encerrado como pago a sus propios errores.Zapatero ha quemado a conciencia la tierra por la que ha ido pasando. No le queda la derecha, no existe la izquierda, los nacionalistas están hartos y el centro prefiere no escuchar cantos de sirena. Zapatero ha engañado a todos, lo ha hecho muchas veces y de todas las maneras posibles. Ahora son tan conocidas sus armas y sus maneras que nadie le cree. No tiene agarradera posible.Con todo, hay que reconocer que, en los momentos más complicados siempre ha tenido alguna reacción final. Pero esta vez, ya no parece posible. Ha llegado tan lejos que no hay camino para el retorno. Es el final de una etapa. La soledad del pasado martes en el Congreso, acompañado simplemente por la abstención, incluida la del socialista Antonio Gutiérrez –antiguo secretario general de CC OO– es el símbolo de una agonía que va a durar lo que Zapatero quiera, desde luego, pero que ya no tiene marcha atrás.Rodríguez Zapatero está donde está por méritos propios. No hay más vuelta de hoja. Y su defensa se hace cada vez más numantina. Zapatero solo, absolutamente solo es la señal de que esto se ha acabado. Por el bien de todos esperemos que se de cuenta pronto. El y los suyos.