Feria de Bilbao
Iván Fandiño a más en el ocaso de la temporada
Zaragoza. Sexta de la Feria del Pilar. Corrida goyesca. Se lidiaron toros de Gavira, serios de presentación. El 1º, manejable por el izquierdo abriéndose para rajarse; el 2º, complicado, corto y por dentro; el 3º, noble, con el fondo justo y a menos; el 4º, malo; el 5º, manejable por el izquierdo y a menos, por dentro por el derecho; y el 6º, noble, de buena condición y fondo justo. Menos de media entrada. Curro Díaz, de blanco e hilo negro, pinchazo, estocada (saludos); media estocada, descabello (saludos).Morenito de Aranda, de celeste e hilo azul, pinchazo, estocada (silencio); estocada baja, aviso (saludos).Iván Fandiño, de blanco e hilo negro, pinchazo, buena estocada, descabello (saludos); estocada un punto contraria, descabello (oreja).
La claridad de ideas marcó la tarde de Iván Fandiño. Y la nuestra. Fresco como si no llevara encima un porrón de festejos ni estuviéramos ya al borde de la temporada. En el abismo del fin. Un salto más y nos entra el invierno, por increíble que parezca en esta Feria del Pilar a 28 grados. La corrida de Gavira que saltó ayer al ruedo de la Misericordia fue seria, honda y algunos toros muy pasados de edad, cinco años y medio tuvieron segundo y cuarto. Y se les notaron. Iván Fandiño brindó el sexto a sus compañeros de terna: Morenito y Curro Díaz. Y apuró al toro con sentido, una técnica depurada, mucha pureza e inteligencia. Tuvo nobleza el Gavira, buen estilo y el fondo justo. Aprovechó Iván la inercia del viaje primero para cuajar tandas diestras muy macizas: ligadas, pies de plomo, figura enjuta y temple en las muñecas. Por la izquierda le costaba repetir al toro, le dejaba el torero un tiempito de recuperación, armonioso todo. Se tiró a matar de verdad y se cobró estocada. Y trofeo. El único de la tarde. Cuidó al tercero, que tenía bondad pero duró nada y menos.
Curro Díaz tuvo que cuidarse de que el cuarto, de cinco años y medio, no le cogiera. Intentos del toro sobraron. El primero le dejó estar por el izquierdo con una embestida noble mientras se abría en el viaje con ganas de rajarse. La faena le quedó compuesta y medida.
Morenito de Aranda se gustó al natural en el quinto. No decía mucho el toro, pero logró que la faena fuera a más en tandas asentadas y de perfil alto. Hasta que el Gavira bajó más las revoluciones y más abajo le cayera la espada. Su segundo, toro viejo, embistió por dentro, sabedor de lo que había entre medias. Como le faltó empuje no le puso a Morenito en grandes compromisos, pero de ahí al lucimiento había un mundo.
Otro mundo es el que se da cita hoy en Zaragoza. Vuelve Juan José Padilla al año de la fatídica cogida. Aquellos terribles momentos forman parte del pasado.
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